Uno se acerca a la gala de los Goya con las mejores intenciones, con ganas de pasarlo bien, de emocionarse, sorprenderse y celebrar el cine que le ha gustado. Con Silvia Abril y Andreu Buenafuente como pareja presentadora, la cosa pintaba bien. Pero el resultado final ha dejado bastante que desear, y sin hacer excesiva saña es imperioso destacar los chistes fallidos, los fallos técnicos que se han convertido en marca de la casa y la creciente sensación de hartazgo conforme avanzaba la gala.
El palmarés también es discutible, con esa tendencia de los Goya a dar sorpresas y premiar como Mejor película proyectos inesperados. Que El reino, como El orfanato o Handia en sus respectivas ediciones, estuviera acumulando galardones la posicionaba como firme campeona... hasta que no se llevan el premio gordo. Lo hizo anoche el fenómeno taquillero de Campeones, que por todo lo emotiva y loable que es en algunos aspectos, como película tiene serios peros.
En cuanto a la gala en sí, hubo aciertos y fallos. Rosalía deslumbró y los presentadores, con evidente auto-mordaza, brillaron con demasiada intermitencia. La emoción de las palabras del premiado Jesús Vidal frente a la extraña aparición de Raúl Pérez como el maestro Fernán-Gómez. A cada cosa buena, tristemente, se le pueden sacar el doble de malas, y el Todo de los Goya 2019 como espectáculo audiovisual ha sido... muy mejorable.