Mañana se estrena en Netflix la tercera temporada de Black Mirror (2011-), la primera en co-producción con Estados Unidos y un feliz regreso para los seriéfilos de todo el mundo, que desde el especial de Navidad de 2014 no habíamos visto una nueva entrega de la inquietante serie de Charlie Brooker, recordemos compuesta de siniestras historias independientes sobre los usos de la tecnología y sus efectos en la sociedad, situadas hasta la fecha en un futuro bastante cercano. En su momento se anunció que la temporada constaría de 12 entregas, y que Brooker estaría a cargo del proyecto. Esto fue a la vez una noticia estupenda y preocupante, ya que Black Mirror funciona mejor en pequeñas dosis, y aunque es bienvenida la idea de hacer más de las habituales temporadas de tres episodios, el cuádruple parecía demasiado.
Pues parece que Netflix, o quizás el propio Brooker, ha decido que seis es el número perfecto de entregas para la serie, ya que mañana esa es la cantidad que se estrenan y ayer se anunció que las seis restantes firmadas se rodarán como la cuarta tanda, en actual proceso de casting y pre-producción. Como solución es perfecta, ya que no se retracta nadie de lo acordado pero se da tiempo al creador y su equipo a hacer los mejores capítulos posibles.
Hace poco más de un mes contamos en Planeta Desmarque las sinopsis y algunas fichas técnicas de la nueva temporada, una auténtica reunión de dispar y efectivo talento que hace que el 21 de octubre sea una fecha a marcar en el calendario. Ahora sólo queda esperar un poco y cruzar los dedos para que el traslado no afecte a la calidad del producto final. Lo que provoca Black Mirror no está al alcance de muchos proyectos, y sería una pena que su esencia se diluyera.