Se la esperaba con los brazos abiertos y como agua de mayo, y no ha decepcionado. La segunda temporada de Sense8 se puede comparar a la primera en cuanto a calidad y buen gusto, e incluso desde mi humilde opinión es mucho mejor. Es mucho mejor porque consigue limar algunos fallos que presentó en la primera, añadiendo más dinamismo y acción y acercándose más al género al que pertenece.
Sin perder la esencia que la hizo especial, Sense8 explora su world building a través de los ojos de sus personajes. Esto hace que, por una parte, la sensación de confusión y extrañeza que estos experimentan la sintamos nosotros. Por otra, la vuelve exasperante a ratos –nos hemos acostumbrados a la rapidez de la solución al misterio en poco tiempo- pero increíblemente disfrutable. Conocemos además más aspectos de la vida de nuestros sensates, mientras estas se desarrollan paralelamente a la amenaza permanente de Whispers.
Pura ciencia ficción
Una de las críticas que más achaca Sense8 es que para muchos no es ciencia ficción, a pesar de que estemos hablando de individuos capaz de comunicarse los unos con los otros de una forma casi cuántica. El aspecto “real” y humano de la serie hace que la falta de enigmas más clásicos del género sea motivo de esta posición contraria de muchos espectadores. No obstante, las Wachowski y Straczynski han decidido explayarse en este terreno y poco a poco hemos conocido más de los sensates y su origen.
Conforme van recabando datos del Homo Sensorium más y más se van notando las influencias comiqueras de las que beben sus guionistas. Su formación y exclusión del sistema sapiens recuerda, y mucho, a los mutantes marvelitas o los metahumanos de DC. La única diferencia es que, más allá de conectar entre sí, los sensates no son seres con poderes.
El cluster 8 y su evolución
La segunda temporada posee un ritmo más trepidante que la primera, la cual pecaba de cierta lentitud narrativa por su deliberada decisión de centrarse exclusivamente en los personajes. Como ya sabemos cómo son Will, Riley, Kala, Wolfgang, Lito, Sun, Capheus y Nomi y no hay necesidad de subrayar más sus caracteres, en la segunda se puede jugar más a desarrollarlos en diferentes situaciones. Serán estas situaciones las que provoquen el dinamismo al que me refiero en cuanto a los ritmos narrativos.
Su evolución como grupo también es significativa, sabiendo cada uno en qué acudir a otro para ayudar. Si en la temporada pasada era el descubrimiento y el placer lo que sintieron los unos por los otros, en esta será el dolor y la soledad, tanto figurada como literal, que algunos de sus miembros sufren.
Más y más sensates
Quizá este sea el aspecto que más me ha gustado de esta segunda temporada. Aunque se nos han presentado brevemente, muchos son los diferentes grupos de individuos que son como nuestros protagonistas. El hecho de que existan –algo que era evidente- añade posibilidades infinitas a Sense8, que puede dedicarse a explorar grupos de personas todavía más complejos y diversos que el Cluster 8. Cómo viven, qué cosas aún no saben hacer, cómo pueden comunicarse entre sí los diferentes grupos…
Acción made in Wachowski
El cine de las hermanas Wachowski puede gustar más o menos, pero no se les puede negar que poseen un estilo muy propio. Dicho estilo, que va desde el cyberpunk al space opera, se mezcla y consigue un nuevo pico de creatividad en Sense8, donde tienen espacio y tiempo para explorar.
Es por este motivo que, a pesar del batiburrillo que a veces es la serie, sus escenas de acción son muy características. Persecuciones, peleas, momentos de duda y determinación, de ciencia y fe…Todo al más puro estilo suyo que nos recuerdan a las mejores obras de estas realizadoras.
Conociendo a Whispers
Creo que no me columpio demasiado al decir que Whispers es uno de los mejores villanos de la televisión actual. En esta temporada asistimos a un carrousel de identidades, posibilidades y terrores protagonizados por este silencioso agente del mal. Quién es –o más bien, quién no-, porqué hace lo que hace y cómo lo hace son algunas de las dudas que se resuelven en esta segunda temporada. De nuevo consigue encarnar el mal y el miedo en su persona, a pesar de que sepamos un poco más sobre él.
En definitiva, la segunda de Sense8 vuelve a ser una delicia para los sentidos. La factura técnica es impecable, así como el trabajo actoral, donde destacan algunos de los secundarios que consiguen un poco más de peso en las tramas.
¿Lo mejor? Que mantiene ese optimismo que le gana tantísimo detractores y que nos hace pensar que, tal y como dice Capheus, los seres humanos tenemos más en común de lo que creemos.