*este escrito contiene spoilers*
El estreno de la 8ª temporada de The Walking Dead (2010-) traía consigo unas serie de imágenes que destaparon enseguida el debate entre los seguidores de la serie, y que de hecho hasta habían sido apuntadas ya desde el tráiler. Hablamos de aquellas que mostraban a un Rick viejo, a una Judith mayor y un vida luminosa en Alexandria, entre otros instantes. Ya en su momento comentamos qué contaban sobre ellas los responsables de la serie, pero el estreno de la 2ª mitad de la temporada ha solucionado la incógnita, y de una manera conveniente y limpia.
Resulta que esa visión se correspondía con un sueño de Carl, sus deseos de conseguir que todo volviera a la normalidad y que todos pudieran convivir felices, seguros y en armonía, sin bandos en guerra ni más muertes. Este es el sueño que el joven confiesa a Rick y a Michonne en su lecho de muerte, tratando de lograr que su padre vuelva a ser el de antes y deje de ver como amenaza a quien que se cruce en su camino. Así se ha despedido Carl en The Walking Dead, con el regalo de la esperanza.
Algo que, en este punto, es complicado que suceda, no sólo por las emociones que afectarán al protagonista de la serie en este momento, sino porque en el mundo de The Walking Dead la ilusión o la felicidad son efímeras, y más cuando está escrita con la máxima de la representación del sufrimiento para no perder espectadores.