Con la emisión en la misma noche del final de la 8ª temporada de The Walking Dead (2010-) y el principio de la 4ª de Fear the Walking Dead (2015-), AMC está haciendo una jugada comprensible y arriesgada a la vez. Y una de la que sin duda estará muy pendiente para evaluar el futuro de su exitosa franquicia. Los fans de la primera esperan que este episodio traiga el sangriento fin al conflicto entre Rick y Negan tras dos temporadas enteras dedicadas a explorarlo. Y los fans de la segunda esperan la continuación de ese cliffhanger que separaba a los protagonistas y abría la historia a muchas posibilidades, amén de la presencia de Morgan en su anunciado crossover.
Es una jugada arriesgada el emitirlos juntos porque, según dan a entrever los comentarios y las primeras críticas, Fear the Walking Dead ha dado un vuelco narrativo junto a un salto temporal de dos años para que se parezca a la serie madre, y quizá poder sacudirse al fin las odiosas comparaciones. Los cruces y guiños gustan a los espectadores, y las progresivas caídas en la audiencia de ambas series dan a entender que esta ha sido la solución de AMC. Coger a Scott M. Gimple, showrunner durante cuatro temporadas de The Walking Dead, y ponerle a supervisar creativamente ambas producciones.
¿Por qué es tan importante el día de hoy entonces? Porque de la recepción en audiencias y críticas de su plan dependerá que éste continúe. La novena de The Walking Dead está asegurada, pero no la 5ª de Fear the Walking Dead, y para muchos la cuarta ya fue una sorpresa. Pero aquí manda la economía, y AMC está tratando de que las compras no paren. ¿Lo lograrán? En una horas lo sabremos.