*este escrito contiene spoilers*
En resumen, no. La animación es cuestionable, la comicidad de algunos personajes forzada y adolece de estatismo. Pero la pregunta más interesante en este asunto, al menos para el arriba firmante, es si podía serlo. ¿Se le podía pedir a Matt Groening que después de casi 30 años pariera una tercera creación que fuera automáticamente memorable? Los 10 episodios de (Des)encanto (2018-) que Netflix estrenó anteayer no se van a recibir como los diez siguientes que fueron ya ordenados en su momento, y que no sabemos si llamar 2ª temporada o temporada 1B.
Sea como fuere, la propuesta de Groening y su sala de guionistas es curiosa, pero no despierta la simpatía de entrada. Si se ven varios capítulos, la cosa mejora, y ese es una de las ventajas del streaming, una con la que seguro los creativos han contado. No confían tanto en tener que enganchar al espectador con esos primeros 36 minutos sino que asumen, o desean, que se vea media tanda de una sentada, y para cuando eso pasa los chistes funcionan mejor, la mecánica es familiar y (Des)encanto parece mejor serie.
Después da su dramático giro y la cosa cambia, y parece que nos enfrentamos ante un proyecto mucho más interesante, capaz de decisiones de guion arriesgadas y de salirse de lo predecible. De cara a esperar los nuevos episodios de (Des)encanto, quizá lo mejor sea revisar los emitidos, ya que su batería de chistes visuales, juegos de palabras y referencias se agolpan y cuesta procesarlos todos. ¿Hará eso que mejore?