Hay ocasiones que para descubrir una serie que te guste, tienes que darte cuenta de tu propia cabezonería. Es decir, la descubres cuando por fin te pones a verla después de que te la hayan recomendado decenas de veces. No la has visto antes por…bueno, no sabes el motivo. La dejaste guardada ahí, en un rincón de las eternas series pendientes que se apilan y te olvidaste de ella. Hasta que un día, te salta en Netflix y decides que, bueno, quizá vale la pena darle una oportunidad. Pues eso es justo lo que me ha pasado con Atípico.
Tengo que reconocer que yo era muy escéptica con que Atípico pudiese llegar a engancharme. Pensaba que, como pasa en otras muchas series por desgracia, el asunto central de la trama se trataría con frivolidad.
Y aunque hay momentos en los que las cosas que vive Sam, su protagonista, se trata así, no es por falta de sensibilidad en el guion. Es por darle verosimilitud a algunas de las situaciones que vive la familia, para hacer ver que la falta de entendimiento que se da en ocasiones.
A estas alturas quizá os estéis preguntando, ¿de qué va Atípico? Atípico es la historia de Sam, un chico con autismo que decide que quiere empezar a salir con chicas. Esta decisión aparentemente inofensiva cambiará para siempre su esquema familiar.
El tono de la serie
El tono de la serie, cómico en la mayor parte del tiempo, con pequeñas dosis de drama es su principal aliciente. El equilibrio está muy conseguido, logra hacer reír incluso en las peores situaciones y no cae en el chiste ofensivo fácil. Por otra parte, Atípico tiene mucha humanidad en sus tramas.
Es comedia, pero una comedia muy sutil
Siendo una comedia, lo predecible sería tener a personajes excéntricos y exagerados, pero, todo lo contrario. Los personajes de la serie están muy bien dibujados, con claroscuros muy interesantes. La comedia surge de las propias situaciones que el protagonista vive, como si la serie dijera: “vamos a quitarle hierro al asunto”. Su duración, de apenas 30 minutos, ayuda a que las tramas se desarrollen de manera que no se agote lo que quiere contar.
Los personajes
Sam es un protagonista inusual, de esos que según mucha gente “no pega” para protagonista, pero nada más lejos de la realidad. Es un eje magnífico para llevar el resto de las historias. No cuesta nada empatizar con él, entenderlo y cogerle cariño. Sus padres, Doug y Elsa tienen también bastante complejidad y en los momentos en solitario resultan ser personajes brillantes. Luego está Casey, su hermana, con quien es imposible no identificarse en algunas cosas. Es quizá el más dramático y el que más tensión lleva, al menos en la primera temporada, y resulta la contraparte perfecta del protagonista. A destacar, además, cómo los secundarios se van incluyendo en el tapiz principal de manera brillante.
Por ahora la serie solo tiene tres temporadas, pero son suficientes para que estén en mi particular lista de series favoritas. La tercera, que tanto ruido ha hecho en redes sociales, ha sido todo un éxito de audiencia, por lo que espero que Netflix le dé más oportunidades.