Ha pasado una semana de la gala de los Oscar pero Xavi Hernández podría estar cocinando ya el peliculón de la del año que viene.
La presentación del personaje: Xavi Hernández, como entrenador, ha cosechado en siete meses las mismas expulsiones que vio en 17 temporadas como futbolista del Barça. Su presentación como personaje protagonista de la presente campaña la hizo frente a los de Bordalás el pasado 13 de agosto, en la mismísima primera jornada de LaLiga. Dos tarjetas rojas ante Getafe y Atlético son el síntoma perfecto del principal rasgo de nuestro personaje: la histeria, individual que no colectiva, en cada gesto y ademán de la temporada.
El nudo: con esa histeria de Xavi Hernández como timón, navegó el equipo a la deriva y llegó a ser tildado de “bufón de Europa” allá por el mes de noviembre. ¿La trama? Lesiones, derrotas contra equipos muy inferiores, juego ramplón, discursos contradictorios del entrenador sobre el resultadismo y el estilo y un runrún entre vestuario y directiva tan ‘in crescendo’ que por momentos parecía ensordecedor en bocas como Gundogan, Lewandoski o Deco.
Plot Twist, (el giro de guión): Xavi Hernández dijo el pasado 27 de enero que se iría a final de temporada. Lo dijo y lo dice. Lo repite incesantemente y hasta se pone la medalla de que, gracias a ese insólito anuncio, el equipo ha mejorado. Y lo cierto es que hay que darle la razón. El giro de guion es insólito, sí, pero brillante en lo mediático y, contra todo pronóstico, también en lo deportivo.
Y un clímax de reventar taquillas: Xavi Hernández ha decidido inmolarse en una campaña en la que el Barça, a trompicones, ha logrado plantarse en cuartos de final de la Champions y a mediados de marzo ya transita segundo en LaLiga. Bastaría eliminar al PSG de Mbappé, la fulgurante constelación (en el francés decir estrella es quedarse corto), que con toda probabilidad aterrizará en el Real Madrid el próximo curso, para poder desatar el clímax que todo el mundo que realmente ame las buenas historias espera en esta tragicomedia que es el Barça de la 23/24: que Xavi, aclamado por las masas azulgranas, decida quedarse en el banquillo de sus amores. Con la camada de futbolistas de cantera que le viene y si logra que el equipo salga decentemente vivo de este curso, sería un tiro en el pie en su carrera como entrenador no replantearse su decisión.
La campaña del Barça no es buena. Este es un hecho incontestable que él, que de fútbol algo debe de saber, probablemente descubrió mucho antes que casi todos los demás. La salida de tono de Gündogan, las críticas de Lewandowski, el enésimo vaivén de Joao Felix, Rafa Márquez, Deco… Xavi ha lidiado con cada uno de los incendios del Barça y los ha ido apagando uno por uno, comiéndose él las llamas, calentándose por dentro. Xavi está que echa humo. Pero cada vez parece más un fuego controlado. Xavi está que echa humo pero no porque le esté sobrepasando la temporada, sino porque ha decidido que todos los focos lo apunten a él en una campaña que allá por septiembre ya debía de barruntar pobretona. Y si lo barruntaba en septiembre, el día que el infortunio decidió llevarse por delante la rodilla de Gavi, debió de confirmarlo.
La temporada del Barça no es buena. Y el principal culpable es Xavi, no hay duda. El equipo ha jugado a cosas diferentes según el día y esa histeria constante ha tenido a los jugadores visiblemente descentrados en el césped. Pero la temporada no es buena también por otros factores externos que sería injusto no mencionar; 1) la irregularidad de un equipo lastrado por las lesiones; 2) el extraordinario estado de forma del Real Madrid; 3) la insólita irrupción del Girona; y 4) la contundente eliminación en Copa del Rey siendo goleado por el Athletic.
Y con todos esos mimbres el equipo es segundo en LaLiga y está a una eliminatoria, la del PSG, de maquillar la temporada, al menos de cara a sus hinchas. La escena cumbre de la película será a cámara lenta: 180 minutos contra Mbappé entre París y Montjuic: compren palomitas.