En-Nesyri está pintado de gris

Espantada ya, o eso espero, la excusa de jugar la Champions como causa de la crisis de juego del Sevilla FC y confirmado que las rachas van y vienen sin que muchas veces se sepa bien por qué, hoy me quiero centrar en el gris. Un color que viene de perlas para las crónicas de los últimos partidos del Sevilla en LaLiga Santander, a tenor de su juego y evidente falta de chispa física (miren más a la ausencia de pretemporada que a la Champions). Sin embargo, lo quiero aplicar esta vez a un jugador: Youssef En-Nesyri.

En una sociedad extremizada hasta el hartazgo y en un mundo, el del fútbol, donde el análisis sosegado es una especie en extinción, En-Nesyri tiene todas las papeletas para no dejar de echar leña al enésimo debate enconado entre el sevillismo. Como los grises no existen, hay que elegir entre el blanco o el negro. Valga como excusa que, en este caso, como a veces en el de Julen Lopetegui, es el propio protagonista quien extremiza aún más la discusión. Y no es el precio que le costó al Sevilla FC, que ni es culpa suya ni es un elemento que deba tener peso al valorar un rendimiento.

Para encontrar el gris hay que mezclar blanco y negro. Empecemos. En-Nesyri tiene una enorme virtud como delantero: se pone de gol en todos los partidos, sin excepción. Esto es una barbaridad. Lleva cinco goles en lo que va de temporada, que para él se reduce a 528 minutos en el campo. Un gol cada 105 minutos. Considerable media. Pero no nos sobrepasemos: reduzcamos la estimación de su aportación final a 15 goles, por ejemplo. Una buena cifra (en su media temporada pasada con el Sevilla FC marcó seis). ¿Qué ocurre entonces para que la crítica con En-Nesyri sea tan encendida? Dos cosas. Dos tonos negros que manchan el blanco de los datos expuestos: el porcentaje de acierto y la forma del desacierto.

Su gran virtud, la de ponerse tanto de gol, le lleva a tener un porcentaje de efectividad más bajo que otros delanteros. Si no, estaría ya en un equipo dispuesto a ganar la Champions. Una nota que baja por ello y que desciende aún más por las formas, a veces grotescas, de errar en situaciones muy ventajosas. El resultado de mezclar todo, goles, porcentaje y sensaciones, te lleva al gris. Todo ello aderezado con algo que no se quita el sevillista de la cabeza: tras muchos años seguidos con un gran delantero goleador, lleva dos temporadas masticando a un equipo que, si bien es indudablemente exitoso (sospechen de quien lo haga), tiene su punto débil en la innegable falta de pegada. Y la comparación con Kanouté, Negredo, Luis Fabiano, Bacca, Gameiro o Ben Yedder brota de manera imparable.

Dicen sus máximos defensores que En-Nesyri es joven y que puede mejorar. Estoy de acuerdo. Dicen sus máximo detractores que un delantero de, hasta ahora, 10-12 goles no se convierte en uno de 25, salvo temporadas excepcionales que son islas en toda una carrera. También estoy de acuerdo. A sus 23 años, el marroquí lo tiene todo para convertirse en un gran delantero. No en un superdelantero (estaría encantado de comerme estas palabras), pero sí en un gran delantero. Condiciones físicas muy buenas, aunque con una técnica desconcertante. Capaz de marcar un golazo de cabeza y ponerse la bota al revés en un mano mano en el mismo partido. La pregunta no es si te gusta o no En-Nesyri. La cuestión creo que debe ser si al Sevilla FC le valen los números del marroquí. Mantengamos el gris, al menos, hasta el final de su primera temporada completa, a ver qué nos encontramos.