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Hoy sí juega Jesús Navas

Jesús Navas en el acto de su renovación. Foto: Kiko Hurtado
Javier Santos

Jesús Navas no se ha retirado. Es menester recordarlo porque en el país de los homenajes a toro pasado alguien un poco despistado lo puede llegar a pensar. El Sevilla FC acaba de renovar su contrato hasta que cumpla 39 años, ha construido un estadio al que le ha puesto su nombre, colocó la cara de Jesús como bienvenida en la Ciudad Deportiva y lo ha homenajeado este lunes rodeado de plata y de una palabra: leyenda.

Calificativo que será oficial en cuanto cuelgue las botas y se le otorgue la máxima distinción para los exjugadores del Sevilla: su Dorsal de Leyenda. Aunque lo sea ya realmente. Navas es el futbolista que en más partidos ha defendido la camiseta del Sevilla. Ha compartido ese honor con 183 futbolistas diferentes, para que tomemos conciencia de su envergadura en la historia de un club con tantos años de vida. Y serán más en cuanto Monchi le dé al botoncito en este lento verano.

Jesús Navas celebra su gol a las Islas Feroe.

Es una renovación, esta, que no es de cara a la galería. Es fruto de la confianza en el rendimiento de un futbolista que con 20 años centró aquel balón con el que Antonio Puerta reabrió las puertas de la gloria y que con casi 35 repitió con Luuk de Jong en Colonia. De un jugador que ha conseguido que el Sevilla FC sea el equipo de la Liga que más goles consigue por la banda derecha desde que arribó al primer equipo. De un futbolista que acaba de decir que luchará por volver a la Selección. Nada en él ha caducado.

La casualidad ha querido que el tributo en vida (deportiva) a Jesús Navas sea el mismo día en el que España se mida Croacia en la Eurocopa. Y es que dentro del meritazo de su alto rendimiento con 35 años destaca su contribución vital a la Selección en esta última etapa. Un campeón del mundo y de Europa que se sacrificó en vacaciones para ayudar a España, que se tragó incómodos amistosos para echarle una mano a Luis Enrique y que no ha tenido ni una mala cara, ni un mal tuit con cobardes segundas intenciones, al verse, increíblemente, fuera de la Euro. Como quedó escrito hace poco, es esa la insoportable victoria de Navas: que no hay ni un resquicio por el que pueda entrar la tradición española de atizar a nuestros propios referentes.

Mena, José Antonio Reyes y Jesús Navas en la lona del Sánchez-Pizjuán.

La historia del Sevilla está repleta de futbolistas que, por diversas circunstancias, traspasaron la línea que separa a los grandes jugadores de los que permanecen para siempre en la memoria colectiva. Basta repasar la lista de Dosarles de Leyenda, echarle un vistazo a la lona que rodea al mosaico del Sánchez-Pizjuán o ver quiénes participaron en este homenaje a Navas. Campanal, Arza, Pablo Blanco, Palop, Kanouté, Biri-Biri y un largo etcétera en el Olimpo.

Dios me libre de echar a todos a competir, pero me atrevo a reflexionar lo siguiente. Salir de la cantera de Nervión y profesar la singular fe sevillista son elementos no indispensables pero sí determinantes a la hora de traspasar esa línea. En los últimos 20 años, con permiso del resto, cuatro grandes niños de la Carretera de Utrera emprendieron ese camino hacia la eternidad. José Antonio Reyes, el carisma hecho jugador, el gran ídolo por y para siempre. Antonio Puerta, quien liberó a varias generaciones con un zurdazo. Sergio Ramos, destinado a ser el emblema total. Los dos primeros forman parte del famoso Tercer Anillo y el tercero sigue exiliado en cuerpo y alma. Nos queda el otro, el futbolista más importante de la historia del Sevilla Fútbol Club: Jesús Navas.

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