El derbi de este domingo probablemente no quedará en la historia de los mejores de la historia del fútbol sevillano. El número cien en Primera, del que tanto se esperaba y no solo por la simbología del número, fue más emocionante que brillante y resuelto por el equipo que fue más determinante en las áreas, la propia y la ajena. Tampoco algo tan extraño en este tipo de encuentros.
Probablemente por juego en el mediocampo, con matices de cada equipo en su estilo y propuesta, estuvo equilibrado. Sin embargo, en un partido con escasas ocasiones reales, el Sevilla fue más contundente para aprovechar una de sus oportunidades y desequilibrar la balanza con el gol de En-Nesyri. Tan simple o tan complicado en el mundo del fútbol.
Virtud en el desmarque, velocidad y definición del delantero del Sevilla, desaplicación en la gestión de la acción por parte de los centrales del Betis y de su portero. Ahí estuvo el derbi. En la capacidad de los de Lopetegui para resolver en el área, lo que los de Pellegrini no pudieron hacer en alguna acción de Borja Iglesias o Fekir.
También en la manera en la que el Sevilla se hizo fuerte atrás, cimentado en el triángulo formado por Diego Carlos, Koundé y Fernando, para provocar que el Betis, por más tuviera la pelota, no encontrara la manera de hincarle el diente a un rival que en algunas fases dio la impresión de estar con las piernas cargadas ante el esfuerzo de las últimas semanas.
Los derbis al Sevilla en la temporada le dejan cuatro puntos pese a que, especialmente en el del Villamarín, se vio superado en cuanto a juego por el Betis. El segundo le vale a los nervionenses para remontar el ánimo, ya mejorado en Dortmund por las formas pese a la eliminación en Champions League, y para corroborar que, más allá de debates, En-Nesyri con sus goles es capaz de resolver partidos y es referencia imprescindible.
Al Betis le corta una extraordinaria racha y la sensación de que hizo un partido académico en el Sánchez-Pizjuán, pero que acabó condenado por las áreas y por no haber podido meterle una marcha a su juego para encontrar la profundidad necesaria. A Fekir, desatinado en el remate final, le faltaron socios en la creación. Si una de las mejores virtudes de este equipo sigue siendo su capacidad de reacción, ya lo ha demostrado varias veces este curso, Europa necesita que lo vuelva a hacer este viernes.