No conviene escribir con el corazón en la mano y la sangre caliente porque se corre el riesgo de precipitarse y equivocarse en el análisis. Seguramente todo lo que sigue a continuación no sea más que un irrelevante pataleo, pero uno piensa en los 15.000 oviedistas que acudieron al Tartiere, piensa en la que les espera en la oficina o en el bar, en las redes sociales, donde sea, y no le sale mejor manera de exteriorizar esa rabia incontenible que dándole a la tecla. Al menos pasa el tiempo, que falta hace.
Me gustaría saber qué sienten de verdad la mayoría de los jugadores del Oviedo. Si lo sufren, si sienten esa impotencia que sentimos todos, si realmente les jode que el escudo de este club aparezca pisoteado y ridiculizado por toda España. Me consta que alguno está hundido, que hay personas en el cuerpo técnico y en el club muy oviedistas realmente fastidiadas. Y me consta también que los hay que no entienden nada, que la cena del domingo fue otra más, como si nada, como si no hubieran hecho uno de los mayores ridículos de la historia del club, como si con ellos no fuera el dolor. Qué más da, pensarán, la tormenta pasa.
Empiezo a pensar que el problema es ése, que pase. El 1-4 es insoportable, doce años de vergüenzas y miserias condensados en noventa minutos de absoluto horror. El Sporting B es el filial de tu máximo rival y bastante vergüenza da ya tener que enfrentarse a él. Pero además es un equipo de la parte baja de la clasificación que llega a un campo con 15.000 tíos en ebullición, capaces de seguir ahí después de una temporada calamitosa, capaces de rebajarte la exigencia y conformarse con el play-off. Resulta que quedan dos partidos para el final de liga, y que además esos dos partidos son en casa y ante rivales asturianos con menor enjundia, suponiendo que tú, además del equipo con más presupuesto de la categoría, seas uno de los dos mejores equipos de Asturias, como dice la Historia. Resulta además que te estás jugando entrar en el play-off. Conviene recordar el contexto para ver de cerca la humillación. No hay burla más inaguantable que la de tu propio equipo.
He recibido mensajes de gente ajena al Oviedo, a Asturias e incluso al fútbol. Preguntaban qué pasaba, por qué el Oviedo no conseguía despegar. No supe responder. Creo que todas las explicaciones están dadas. El diagnóstico es repetitivo: falta un líder, muchos cambios en poco tiempo, jugadores que se encogen, apuestas equivocadas, entrenadores renovados a destiempo, falta de paciencia… Todo eso valdrá. Yo me quedo con la falta de sentimiento y eso remite la ausencia de oviedistas entre la plantilla. A principio de temporada, un futbolista titular del Oviedo me dijo lo siguiente: “A ver si hago un buen año y me ficha un equipo de Segunda”. Me quedé perplejo. Le respondí: “A ver si haces un buen año y subes a Segunda con el Oviedo”. No se trata de personalizar las culpas, sería un error, pero la frase me explicó muchas cosas.
La temporada no ha sido fácil y ha tenido cosas buenas. Carso está al mando y seguramente se empezará a notar a partir de la próxima temporada. El personal se pregunta por qué no se corrigió algo en el mercado invernal. En aquel momento, Joaquín del Olmo acababa de llegar y su gran apuesta en el banquillo le dio calabazas. En cualquier caso, es una tara que le acompañará en los próximos días.
En Segunda B hace falta encontrar un equilibrio entre jugadores que sientan a club y jugadores de Segunda B que ejerzan como jugadores de Segunda B. Una mezcla entre la energía que da el sentimiento y el amor propio y la sabiduría que da la experiencia. Gente de la casa aliñada con gente de fuera. Es difícil encontrar el equilibrio, pero al menos debe buscarse, enfocar así la planificación.
El Oviedo, salvo una carambola inesperada, no se meterá en el play-off. Un fracaso estrepitoso, indigno para un club de esta categoría y de una afición sin igual. El problema está en que muchos de los que tienen que dar la cara en el campo no lo entienden, y a este club de sangre caliente hay que entenderlo. De lo contrario, seguiremos siendo el hazmerreír de Asturias.
¡Fantástico artículo, Miguel! Diste en el clavo y estoy totalmente de acuerdo contigo. Yo solo añadiría una palabra: cantera.
¡Basta ya! Hay que pasar a la acción, echar a los sinvergüenzas del RO. No puede haber más encubrimiento ni connivencia. ¿Quién es el canalla que vino al RO para que le fichase un club de segunda? Hay que poner su nombre sobre la mesa, ya. No se le hace ningún favor a este club escribiendo un blog de futbol, querido Miguel, se le ayuda quitándole la careta a aquellos que vienen reirse de la afición y de estos colores. Mientras no sea asi, periodistas, sois complices, y tan culpables como ellos.
Lodos, barros y arenas movedizas. Lo que mal empieza, mal acaba. Estando en segunda B, después de más de 30 años en Primera y no sé cuantos en Segunda A, y con 10 o 12.000 socios, si se gestiona bien, no digo a la primera, quizá no a la segunda, pero a la tercera, sí, asciendes. ¿Y qué empieza mal? Pues que digan que El Requexón cuesta 600.000 euros al año y no dé ni para un canterano al año. El último, Álvaro, y no es una joya, precisamente. A partir de ahí, el resto ya está mal hecho. Pero como no hay que gestionar en caliente, y aunque yo los echaba a todos, creo que sería mejor fichar a 5 jugadores: dos laterales, dos delanteros y un organizador, además del entrenador. Y el resto, de la cantera. Peor que algunos titulares este año es imposible hacerlo.
Bravo. Gran artículo.