Otro empate y van… Esta vez, de locales en San Mamés y ante el Valladolid. Era casi finalizar el primer tiempo e ir ganando por 1-0 con un gol de tiro de penalti estilo frivolité (sin carrerilla, bajo y al palo izquierdo del portero) ejecutado por Aritz Aduriz. Y era llegar al minuto 93, en un fuera de juego que no lo fue y que el último aliento devino en casi hálito en el tanto del equipo pucelano.
Otro empate y van… La igualdad en el marcador dejó al Athletic en la cuarta posición en la clasificación de la Liga vista desde abajo: en 17 jornadas, 2 partidos ganados, 10 empatados y 5 perdidos. Apenas 16 puntos: uno más que el Villarreal, dos más que el Rayo Vallecano y 9 más que el Huesca, sus contrincantes estables en los puestos de descenso.
Otro empate y van… En esta ocasión, el análisis sesudo de pensar que la dirección del Toto Berizzo fue un accidente, que la presente gestión de Gaizka Garitano acaso vaya a ser otro y que la lupa hay que ponerla en la plantilla y en su recambio gradual, en el juego que no aparece, pues… El análisis sesudo deja lugar a una serie de explicaciones paganas de aquello que no se quiere afrontar.
Así aparecieron las supersticiones athleticzales. Que nos miró un tuerto. Que se nos cruzó un gato negro. Que pasamos debajo de una escalera. Que alguien que no nos quiere bien nos felicitó por nuestra filosofía y la gafó. Que ha sido mala suerte en el último minuto.
Mientras tanto, la amatxu Begoña atiende nuestras peticiones y rezos, pero tiene poco margen de maniobra si no ponemos de nuestra parte. Habrá quienes esperen el milagro virginal. Acaso otros esperen la suerte. Yo, los únicos milagros y suertes que conozco, son los del trabajo. Y esto, le toca a la plantilla; acaso nuestra mayor superstición.
Alejandra Herranz, periodista y blogger
@aleherranz