La Huella de Kepa

Dejó huella Kepa en el Athletic Club de Bilbao. Las razones de este rastro son muchas. Es un portero de carácter, con proyección y surgido de nuestra cantera. Daba largas para renovar mientras el Real Madrid le rondaba como un pretendiente con la billetera bien dispuesta.

Sus actuaciones en la portería del equipo bilbaíno y el mal momento de De Gea aumentaron este interés madridista junto con la incertidumbre athleticzale. Se hizo internacional con 'La Roja'. Renovó con el Athletic y, al poco, hizo las maletas para recalar en el londinense Chelsea por 7 temporadas previo pago de los 80 millones de la cláusula de rescisión.

Su perfil en la agencia Bahía Internacional –a la sazón su representante– dice de él: “Kepa Arrizabalaga Revuelta. Portero, en el Chelsea (Premier League). Pasaporte comunitario, 24 años de edad, diestro, 84 kilos de peso y 1,88 metros de altura”. Su ficha técnica remata: “Portero en plena formación, con unas condiciones físicas y técnicas impropias para su edad. Carácter y mando con sus compañeros. Es muy rápido y decidido, muy ágil y de grandes reflejos”.

Acaso este domingo 24 de febrero Kepa intentó mejorar las características de su ficha técnica

Porque en el partido entre el Chelsea y el Manchester City por la Copa de la Liga Inglesa (la Carabao Cup), su entrenador Sarri había dado la orden a Wilfredo Caballero para que calentara y entrara en reemplazo de Kepa para la tanda de penaltis.

Pero el cancerbero Ondarroa se negó en rotundo a la vista de un estadio a rebosar, con lo que terminó desafiando la autoridad de su entrenador Sarri, que es quien toma este tipo de decisiones tácticas y estratégicas.

Kepa quedó bajo palos y el gol de la victoria del City se coló por su palo y bajo su cuerpo. El Manchester City campéon y Kepa, la cara de la derrota.

Nadie habló del nuevo título del City, sino de Kepa, su carácter, las implicaciones reglamentarias que le caben y la potencial sanción que puede esperar de parte de su actual club

La situación de la autoridad del entrenador y la autonomía decisoria del jugador, me recordó una situación lejana en el tiempo, entre el centrodelantero Martín Palermo y su entonces entrenador en la selección argentina, Marcelo Bielsa.

Era un partido entre Argentina y Colombia por la Copa América de 1999, que terminó con victoria para los colombianos por 3-0. Y con papelón para los argentinos, porque esa noche Palermo marró tres penaltis. El Loco Palermo estrelló en el larguero su primer disparo.

En la segunda ocasión, Bielsa dio la orden, desde la línea de cal, que otro jugador ejecutara la pena máxima. Pero Palermo cogió el balón, chutó él y volvió a marrar. Lo mismo hizo en la tercera ocasión, ante la desesperación del Loco Bielsa.

Fue una locura al cuadrado, en situaciones parecidas. Mientras Kepa se negó a ser reemplazado, Palermo se negó a que fuera otro jugador quien chutara los penaltis. En los dos casos, desafiaron la autoridad de sus respectivos entrenadores.

Como dice su ficha técnica en Bahía Internacional, Kepa es “de grandes reflejos”. Y en medio de la polémica, Kepa emitió un comunicado, en el que se manifestaba parte del disgusto y la tristeza colectiva por no haber logrado el título. “Lamento cómo ha sido el final de la prórroga. Quiero decir que en ningún momento ha sido mi intención desobedecer al técnico o a ninguna de sus decisiones. Creo que todo ha sido un malentendido a altas pulsaciones y en el tramo final de un partido por un título”, señaló.

El teórico de la comunicación humana Paul Watzlawick hubiera dicho que Kepa y Sarri fueron víctimas de la puntuación de la secuencia ininterrumpida: te reemplazo porque estás lesionado y tú muestras que estás sano y no vas a ser reemplazado.

Me quedé pensando en lo del carácter de Kepa, como dice su ficha técnica. “Carácter y mando frente a sus compañeros”. Pero no dice nada con sus entrenadores.

Recuerdo la cita del narrador español Ángel Ganivet: “El carácter humano es como una balanza: en un plantillo está la mesura y en el otro, la audacia. El mesurado tímido y el audaz indiscreto son balanzas con un brazo, trastos inútiles”.

La reacción de Kepa fue de indiscreta audacia. En su comunicado, intentó ejercer una cierta mesura. Sin embargo, la huella que ha dejado Kepa ante su afición, sus compañeros y su cuerpo técnico, es de esas marcas que cuestan mucho borrar o minimizar.

Alejandra Herranz, periodista y blogger 

@aleherranz