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Brisa fresca

Los jugadores de la Real celebran el gol de Kubo (Foto: LaLiga).
Ion Urrestarazu

La ilusión, como la energía, ni se crea ni se destruye, se transforma. Lo mismo puedes estar ilusionado en el coche imaginando el día de playa que te espera como ilusionarte horas después por volver a casa y tirarte en el sofá a leer un buen libro. La ilusión por ver una Real Sociedad que ahuyentara los fantasmas del pasado se transformó en ilusión por ver una Real consolidada en puestos de arriba y ésta se transformó a su vez en la ilusión por ganar un título. Et voilà, tres años seguidos clasificándonos para la Europa Legaue, una Copa histórica en las vitrinas y un estatus de club de primer nivel mundial.

Las ilusiones no siempre se cumplen, pero es muy difícil, por no decir imposible, forjar un éxito si no ha sido concebido anteriormente desde un mínimo de ilusión. Y no hablo de remar ni de vender humo, sino de trabajo, constancia, confianza y humildad. Eso viene definiendo a esta Real 3.0 que no para de crecer y crecer.

Ya no esperamos a las regatas de La Concha para empezar a tomarnos en serio la liga, como decía el bueno de Toshack, ahora competimos y ganamos desde el primer partido. Qué alegría ver al bueno de JB recuperado tras su duro periplo por el COVID, qué gozada ver la Tacita de Plata teñida de txuri urdin. Tres puntos, portería a cero y junto con los del Kursaal, ya tenemos otro kubo del que presumir. Estoy convencido de que el nipón va a brillar más aún incluso que los de la Zurriola. Jazz en la playa y música electrónica (que también eléctrica porque hay que ver cómo se mueve Take) en el césped. A disfrutar que hay concierto.

Como los buenos cocineros, seguimos con la receta de siempre pero mejorada. Cantera, cantera e incorporaciones que marcan la diferencia. Cantera dentro y fuera del campo. Es increíble cómo la provincia más pequeña de todos los equipos de la liga se vuelca con su equipo. Anoeta empieza a parecer quedarse pequeño y empieza a resultar extraño no ver una camiseta de la Real en el lugar más recóndito del mundo. Mientras tanto, otros como el rival que nos visita mañana, campa a sus anchas recibiendo ingentes cantidades de dinero sabiéndose impune y con el beneplácito de los mismos de siempre. La mafia de siempre. Más farsa que nunca. Es ver el baile de millones y venirme a la mente los tebeos de cuando pequeño en los que los ladrones llevaban antifaces, sacos a la espalda y, cómo no, palancas.

Y aunque la vida muchas veces no parece sino un carrusel de malas noticias en forma de enfermedades, muertes, disgustos y decepciones, os animo a todos quedarnos con esas pequeñas cosas que nos hacen recorrer un escalofrío por dentro. Un recuerdo, una sonrisa, un abrazo, una frase, una foto, una mirada, una caricia. Y por qué no, un partido, un gol. Relativicemos las derrotas y gocemos en las victorias. Seamos egoístas, abramos la puerta de salida a lo gris y hagámosle el pasillo de honor diciéndole agur con una sonrisa mientras abrimos la ventana para que entre brisa fresca.

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