Último partido de la temporada, en casa contra el Sevilla y clasificados para la Champions desde la jornada pasada. Eliminados en cuartos de final de Copa a manos del Barcelona, sus palancas y sus árbitros, eliminados en Europa en octavos con la Roma del ridículo Mourinho y a la postre subcampeón del torneo. Casi tres cuartas partes de la liga entre los cuatro primeros y ya no sé ni cuántas porterías a cero. A estas alturas repasar de nuevo una y otra vez todos los logros, los récords de victorias, etc., etc., sería repetirse demasiado, y para eso ya están los culés con el tema Zubimendi y los vecinos del otro lado de la A8 con su filosofía de chicle. Nosotros somos más de repetir clasificaciones para Europa año tras a año, de repetir renovaciones importantes y de repetir fichajes muy acertados cada temporada.
Se cierra una temporada en la que aunque el final de camino ha sido el éxito y el mayor objetivo propuesto, el camino ha sido lo realmente bonito. Ver a la Real cada partido y disfrutar viéndole jugar y celebrarlo con el pitido final, en la gran mayoría de las ocasiones, ha sido lo que realmente nos ha alegrado la vida. Esos minutos u horas tras el partido intercambiando mensajes, llamadas, comentando las jugadas, los goles, la clasificación. Esos lunes esperando el INSIDE y verlo una y otra vez, como las declaraciones post partido de Imanol y de los jugadores. Todo eso ha sido como agua fresca en la cara del corredor de maratón.
Se despide Illarramendi, por segunda vez, que se va por voluntad propia, por segunda vez, y a quien en mi modo de ver se le ha edulcorado mucho su trayectoria. Sin desmerecer en absoluto su carrera futbolística, su hueco en la historia de la Real queda muy lejos y varios escalones debajo de otros canteranos que nunca se fueron y que siempre rindieron al máximo nivel, sin tener en cambio el reconocimiento monetario del que ha gozado el de Mutriku. Los Aranburu y Xabi Prieto, e incluso otro que al final de su trayectoria tomaron otros caminos, se sientan a comer en mesas diferentes.
Y llega Mendilibar, un txuri urdin confeso que ahora está en boca de todo el mundo. Un Mendilibar que viene como campeón de Europa y al que cada vez más gente admira por algo tan en extinción en el fútbol moderno como es ser una persona sensata, educada y natural. La Real ha tenido tres días de descanso y ellos han tenido casi tres días de celebraciones, sumado todo a que los puntos no cambiarán nada, esperemos que la Real imponga su ritmo y su fútbol y brinde a la banda de Anoeta otra victoria y los últimos goles de la temporada para que el estadio se dé la vuelta por última vez este año.
Yo personalmente he disfrutado mucho, vi ganar a la Real en el Pizjuán (en el debut de mi enano en un campo) despedí el año también con Andoni en Anoeta ganando a Osasuna (el que fue su primer partido en casa), viajé a Roma donde pase apenas un día y medio con mi cuadrilla que no olvidaré jamás, y el viaje en el día a Valladolid también con los amigos no podía faltar. Decía precisamente Mendilibar en una entrevista hace tiempo, cuando confesaba que era de la Real desde pequeño, eso tan oído de que puedes cambiar de coche, incluso de mujer, pero no de equipo. A mí lo van a contar.
Deseando ya que salga el calendario de liga, el sorteo de la Champions y lo que nos quieran echar, para volver a lucir orgulloso los colores y el escudo de la Real, ante el que cada vez más
gente se para a hacerte un comentario de admiración, de enhorabuena o de felicitación. Zorionak a todos, porque de todo esto tan bonito, una pizca es de todos y cada uno de los que han apoyado o han sufrido o se han alegrado por la Real estos últimos años, sea en Anoeta, sea en el fin del mundo, o sea en el cielo, donde los que se nos fueron también se abrazan en cada gol. Y si no ¿quién creéis que recoge los cohetes de los goles y quién está poniendo en orden las estrellas de la Champions? Aupa Real.