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El verano con Kenny Simpson

Mariano Pozo

En el inicio del verano de 1985 tuve la suerte de irme de gira por España con un equipo de baloncesto formado por norteamericanos en busca de trabajo, el Larios, lo que se suele llamar "mercernarios" del basket.
La gira consistía en partidos amistosos con diferentes selecciones por todo el territorio nacional, entre ellas lógicamente España.
Mi compañero de habitación en esta peculiar aventura fue Kenny Simpson, un jugador que me impresionó desde el primer día que le vi en acción. Un hombre lleno de energía y vitalidad y que luego en la habitación se relajaba oyendo a Whitney Houston. Kenny era la alegría de la huerta durante la gira, gastando bromas a todo el mundo, con un sentido del humor digno de elogio. En la cancha, pura electricidad, robando balones con la misma agilidad de un carterista asaltando a sus víctimas en plena calle. Fue Kenny quien se encargó durante la gira que me sintiera como uno más de aquel peculiar equipo, llegando incluso quien escribe a realizar la rueda de calentamiento previa a los partidos en más de una ocasión. Era un equipo lleno de talento y que le hizo pasar más de un apuro a diferentes selecciones nacionales, incluida la nuestra.
No entendía como podía estar sin equipo un jugador como él, por sus características deportivas y humanas. Un año después de concluir la gira recibí una llamada suya, "¡ficho por el Barcelona tío!" fueron sus palabras. Creo que el baloncesto hizo justicia con el bueno de Kenny. Aquel año lo ganó todo, Liga, Copa y Korac, y lo mejor de todo es que la Liga cayó merced a una canasta suya en el último segundo.
Kenny ha sido uno de esos grandes amigos que me ha dado el baloncesto y un hombre que si estuviese en activo hoy en día volvería a desequilibrar la competición.

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