Ahora que estamos en plena Semana Santa, creo que es buen momento para contar esta divertida historia. Larry Boston llegó a Málaga en la temporada 84/85 para sustituir a Jeff Cross, que no había dado el rendimiento esperado. Larry era un jugador de 204 centímetros que jugaba de cinco, aunque tenía buena mano para lo que era habitual en los pívots de su época. Su mayor cualidad era la simpatía y muy pronto nos hicimos inseparables. Pasábamos el día moto arriba, moto abajo, recuerdo que, por entonces, yo tenía una Yamaha D70 que cuando se montaba Larry de paquete iba casi siempre haciendo el caballito. Más de una vez nos pilló subidos Alfonso Queipo, con la consiguiente bronca, aunque eso será otra historia.
La cuestión es que el bueno de Larry se disponía a vivir su primera Semana Santa malagueña en 1985 y quien escribe, como buen anfitrión, le explicó lo que ello suponía en la ciudad, que todo el mundo se echaba a la calle y que se vivían momentos de gran emoción. Si embargo, olvidé un pequeño detalle...
Era Lunes Santos y Larry y yo íbamos paseando por el centro, recuerdo que compró altramuces para probarlos, era todo nuevo para él. Cuando estábamos llegando a la esquina de Martínez con Larios, recuerdo que su cara se puso pálida al ver lo que allí pasaba, me agarró fuerte el brazo y apretando me dijo: "¿Pero qué me has hecho, qué me has hecho? ¡Vámonos de aquí vámonos de aquí!". Y salió corriendo calle Martínez en dirección contraria.
Yo no entendía nada, me quedé sin saber qué decir, intentaba descifrar qué era aquello tan horrible que había hecho correr despavorido al bueno de Larry. Cuando miré a calle Larios lo que vi eran nazarenos blancos del Cautivo portando unas cruces. Con la mirada busqué a Larry, que seguía corriendo con sus 2,04 gritando: "¡Ku Klux Klan, Ku Klux Klan!".