Aunque no sea oficial (pero sí oficioso, que los tentáculos del fútbol boina deshacen todas las costuras informativas y se sabe todo), el fichaje de Mingotes supondrá la segunda incorporación del Real Zaragoza de cara a la próxima temporada. La primera fue el jugador del Teruel, Fede Bikoro. Con ellos, la dirección deportiva zaragocista inicia su tercer proyecto al grito de Bikoros y Mingotes.
Que ambos jugadores pertenezcan a dos equipos que luchan a brazo partido por no bajar a Tercera puede ser un golpe bajo a la estima del aficionado zaragocista. Pero hay que mirar más allá. Los dos llegan a coste cero y es verdad que tienen pinta de estar llamados a empresas mayores que las que ahora ocupan. ¿Esas empresas son ayudar al Real Zaragoza a volver a LaLiga Santander? Eso es lo que está por ver.
Lo que sí queda claro una vez más es que en el mundo del fútbol (y más en el boina) no hay amigos ni conocidos. Aquí se impone el refrán “a quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga”. Porque lo cierto es que la actuación del Real Zaragoza en este fichaje ha carecido de los más mínimos códigos que se emplean entre caballeros. Se queja Fernando Roig que se le llevan jugadores de la cantera del Villarreal, se queja el aficionado de que aquí pasó lo mismo con Morlanes y desconoce, obviamente, que en el mar del pelotón, el pez grande siempre se come al chico.
Suerte, y que sea buena, a Mingotes. Hace un año jugaba en el Illueca, hoy en el Ejea, mañana le cederán y pasado, seguramente, tendrá la oportunidad de volver jugar en el Real Zaragoza (ya lo hizo en la inferiores). Todo se lo ha ganado con su trabajo y su sacrificio, valores que nunca tendrían que estar en duda.