La situación de pertinaz sequía que asola Kenia está pasando una durísima factura, no sólo a la población civil, sino también al reino animal. Las cosechas se están marchitando a pasos agigantados, tras el tercer año con un régimen muy débil e inestable de lluvias. El ganado se está literalmente muriendo en una tierra estéril. La organización de ayuda internacional Oxfam advierte que cerca de 23 millones de personas en África oriental se enfrentan a una severa hambruna tras cinco años con poca o ninguna lluvia.
Para completar el trágico cuadro, la otrora rica sabana keniata se está secando y tiende a convertirse en una zona desértica, por lo que la fauna salvaje de Kenia se está muriendo en masa. Una catástrofe en toda regla que además pone en peligro la mayor fuente de ingresos del país, que no es otra que el turismo.
"Docenas de animales mueren cada mes, hay cadáveres por todas partes", asegura Cynthia Moss, una conocida naturalista que estudia elefantes en el Parque Nacional Amboseli de Kenia. Los turistas que este año visitan las praderas, las están encontrando secas. Un dato: a día de hoy hay tantas opciones de ver en directo a los cinco grandes como de toparse con cadáveres putrefactos devorados por las alimañas.
Moss asegura que la sequía de este año es la peor de las que ha visto en los 37 años que lleva investigando los elefantes de Amboseli. “Tuvimos muy malas sequías en 1976, en 1984 y en 2000, pero esta es la peor de las que he visto. Los masái más viejos, los wazee, dicen que la situación no ha sido tan mala desde la década de 1960”. Incluso el famoso lago Nakuru se está secando a marchas forzadas. Qué pena...