Hagamos un ejercicio de imaginación y pensemos cómo funcionará el mundo del turismo y los viajes dentro de una década. Preguntas como ¿qué tipo de información turística requerirá la gente?, ¿qué pasará con los viajes de negocios y los de ocio?, ¿funcionarán aún las agencias de viajes tradicionales? y muchas otras han quedado respondidas en ese escenario de tiempo por parte de la consultora Oxford Economics a petición de la compañía Amadeus, el gigante mundial en procesamiento de transacciones y proveedor de soluciones tecnológicas para el sector mundial de los viajes.
El futuro que se dibuja queda como sigue... En primer lugar, el papel de internet será imperante: si en 2008, el 41 por ciento de los europeos reservó sus viajes de placer a través de la red, un informe de la consultora Fast Future apunta a que para 2015 esa cifra crezca al 64 por ciento. Los destinos más punteros y solicitados cambiarán: para 2020 se prevé que la región de Asia-Pacífico concentre hasta un 22 por ciento de las llegadas mundiales. Latinoamérica, por ejemplo, no mostrará grandes cambios y permanecerá con una tasa similar a la actual, que se mueve en torno al 2,3 por ciento del mercado.
Los agentes de viajes deberán reinventarse para 2020 y presentarse como "asesores personalizados y como fuente fiable de información" para competir y diferenciarse de la caótica catarata informativa que hay en internet. El nicho de clientes que demanda asesoramiento especializado será la base de este negocio que será refundarse o acabará languideciendo como algo residual. Más cosas. Por ejemplo, en relación a las clases de asientos en los desplazamientos.
Para 2020 no serán como hoy las conocemos. Posiblemente se fragmentarán y darán lugar a clases virtuales o personalizadas: no sólo se valorará el tamaño físico del asiento y la posibilidad de recostarse y disponer de más espacio, sino que se atenderán necesidades como servicios wifi, comidas especiales, juegos, acceso a zonas sin perturbaciones...
El hecho de que en occidente la esperanza de vida vaya a ser mayor hace que los viajeros de edad avanzada que salgan de esta zona del planeta (los más, puesto que son los que manejan más dinero...) dibujan un panorama de una bolsa de gente con mucho tiempo libre que tendrá la posibilidad de viajar por lapsos temporales más largos.
Por último, el estudio avanza que los consumidores valorarán más la experiencia que les suponga el viaje de turno que el hecho de que sea tal o cual destino. Experimentar por encima por desplazamiento en sí. Vamos, que el viaje será entendido como algo integral, lo que no parece malo.