Las idas de pinza del señor Cuspinera son directamente incompatibles e incoherentes con una ciudad de tradición baloncestística como Zaragoza, con años y años de vivencias y aprendizajes en este deporte. Sus reflexiones igual calan en otras plazas de menor vuelo, pero aquí no gustan. En Zaragoza no hace falta que venga nadie a explicarnos cómo funciona el mercado de fichajes y muchos menos utilizar símiles con lubinas ni con peces globo. Aquí tampoco nos gustan reacciones desmedidas y barriobajeras ni contra árbitros ni contra nadie. Esto, insisto, es Zaragoza.
Aquí lo que no nos gusta es que venga el Unicaja y nos cosa a triples por un mal planteamiento defensivo y que no haya ninguna reacción desde el banquillo. Lo que nos indigna es que nos remonte el Joventut en una segunda parte horrible y que no se aprecien argumentos técnicos para defender una renta amplia. Aquí nos gusta Gary Neal, pero no nos gusta que sea Gary Neal o derrota. Gritos y quejas en la sala de prensa no ocultan este gran déficit de soluciones por parte del cuerpo técnico.
Hace varios meses que asisto estupefacto a cómo están cambiando las cosas en el Basket Zaragoza. Mentiría si no reconociese que a mí también me había llegado el runrún que hay en ciudad y en el ambiente baloncestístico nacional sobre el nuevo ‘modelo’ de gestión de la entidad. Pero no por ello me sorprende menos. Los vínculos anteriores y necesarios con gestores de la ciudad han pasado a mejor vida. Quizá por eso se permitan cosas como las relatadas en este artículo. Esperemos que esto no derive en otra larga travesía por el desierto como la que ya tuvimos en su día.