Hace unos días, con el cambio de entrenador, se creía ver algún que otro brote verde en Martiricos. Eso creíamos, porque hoy sabemos que estos no han terminado de agarrar en la tierra y por ahora no crece nada a lo que aferrarse más allá de la indestructible pasión malaguista.
Lo que sí parece afianzarse en la entidad blanquiazul son las complicaciones. Con la baja de Víctor Olmo, la última gran referencia de La Academia consolidada hasta la fecha, se alarga la desafortunada sombra a la hora de lidiar con las lesiones. Con el cruzado de la pierna derecha roto, Olmo se despide de casi todo lo que queda de temporada y el lateral se queda sin recambio.
Este es un problema añadido a otro que lleva repitiendo el Málaga CF en los últimos años: la planificación de La Cueva tiene una fecha de caducidad muy corta y en cuanto se cambia de entrenador, las piezas del puzzle que son los jugadores dejan de encajar. Lo que se ideó con Guede en el banquillo no es exactamente lo que Mel necesita. Un calco de la situación que se vivió en la temporada pasada cuando tras José Alberto llegó Natxo González y de Natxo se pasó a Guede. De repente, en el último lustro el equipo se ha convertido en una trituradora de entrenadores. Nadie da con la tecla, la paciencia cada vez es más limitada, las cuentas siguen sin salir y el equipo está cada vez más cerca de cumplir un año sin sumar tres puntos en casa.
Está visto y más que comprobado que hacer lo que buenamente se puede con lo que buenamente hay no es para nada suficiente para pelear en LaLiga SmartBank. La primera vez que me asomé por este espacio les hablé del ascenso, la palabra tabú que parecíamos haber superado pero que ha durado poquísimo en las conversaciones de los seguidores blanquiazules. Es más, ahora mismo hay incluso quien -basándose en estadísticas- compara este Málaga CF con el CD Málaga que acabó desapareciendo hace tres décadas. Que la ilusión en este club también tenga una fecha de caducidad muy corta también es malaguismo.
Lo que parece no tener fecha de caducidad es la directiva blanquiazul. Se haga mejor o peor trabajo, mientras no se resuelva el entuerto judicial con Al-Thani hay poco que rascar. Puede parecer la excusa fácil, pero si no hay fallo final en los juzgados, el club sigue a merced de la administración judicial que sabe de números y de procesos legales, pero no tanto de fútbol. Y no es una crítica vacía, es una realidad que mantiene a Manolo Gaspar al frente de la dirección deportiva. Así, el Málaga CF no es una pescadilla, pero sí un boquerón que se muerde cola.