No es una cuestión de confianza. Que nadie se engañe porque la situación no ha cambiado en apenas unas horas. El vestuario no confía en José Ramón Sandoval, ni José Ramón Sandoval en su plantilla. Duda de su calidad, de su compromiso y de su carácter. Dentro del club recibe muchas más críticas que apoyos y la racha de malos resultados se advierte con preocupación en todas las esferas de la entidad. Y la afición no soporta al técnico por más que el propio Sandoval diga públicamente que siente el cariño de la grada. Pero no ha habido destitución. El Sporting ha preferido esperar una semana más a tomar una decisión que hubiera colocado a Abelardo en el banquillo, y ahora será El Molinón quien decida.
Con unos números preocupantes y en una situación de fracaso monumental en este momento de la temporada, Sandoval ha ganado horas, pero nadie sabe cuantas. La sombra de Abelardo le amenaza y le incomoda, y alguno dentro del club ha preferido la continuidad del técnico de Humanes a la llegada del exinternacional del Sporting y del Barcelona. Se toma como un mal menor. Todos los roces de los pasillos de Mareo salen a la luz ahora que el primer equipo se desangra sin que Sandoval haya dado con la fórmula para reanimarlo, algo que ya dura dos meses. Y el viernes hubo que remangarse y quitarse la chaqueta antes del entrenamiento. Terapia de grupo para intentar limar todas las asperezas de una semana que definitivamente marcó al técnico, como si esto fuera un enfado de niños que ahora se vuelven a hablar.
Con todos estos problemas encima de la mesa, Sandoval dirigirá al equipo ante el Murcia. Se aducen “datos de profesionales” para argumentar el motivo de la decisión, cuando a la afición le ha llegado el mensaje de que será El Molinón el que decida sobre la figura del técnico. Para estar en un cargo no hay que tener dinero o acciones, si no capacidad para decidir. No es que haya miedo a tomar una decisión, es que hay pavor a ser culpable. Un mal resultado con el postre de una bronca le enseñaría a Sandoval la puerta de salida del Sporting, mientras que una victoria sería como recargar la batería del Ipad. Más que confiar en el técnico, se confía en que un buen resultado haga cambiar la dinámica, porque las ideas no han cambiado en las últimas horas en Mareo. La única novedad es que ahora hay un referéndum en El Molinón, y las papeletas se reparten durante el partido. Cuidado con el veredicto