Cada vez que llega un nuevo proceso electoral en el Athletic hay que estar bien preparados para relativizar los mensajes que desprenden los candidatos. Nada es verdad ni mentira sino todo lo contrario. Resulta que el engorroso requisito de recabar el mínimo de firmas que avalen las candidaturas, al principio es para los precandidatos “un trámite en el que no nos preocupa mucho el número que presentemos”, pero al final se demuestra que se ha tratado de una carrera desenfrenada para dar el primer golpe de autoridad.
Por no hablar del malabarismo verbal para no citar antes de tiempo los nombres propios clave de la campaña. A la pregunta de “¿es cierto que su primera opción es fulano o se han interesado por mengano?”, ya nos hemos acostumbrado a recibir respuestas como “defiendo y aplaudo que el socio pueda expresarse con libertad e independencia”. Oído, cocina.
Si el candidato "X" dice que está dispuesto a entrar en el cuerpo a cuerpo del debate con el candidato “Y“ porque eso enriquece la campaña, que nadie se extrañe de que, en función de los sondeos de intención de voto, al final pueda ser el candidato “Y” el que busque esos debates con verdadero interés. ¡¡ Y que el otro se sorprenda!! En fin, acostumbrémonos en estas fechas a escuchar a los aspirantes a presidente decir que lo idóneo es desvincular al Athletic de grupos políticos y sociales, pero a verles constantemente acompañados de ellos... o a oírles cómo lo importante son el proyecto y el programa, cuando todos sabemos (y ellos más) que las cartas ganadoras están en los fichajes de técnico y jugadores. Y hablando de cartas,¡cualquiera juega al mus contra ellos en campaña!. Se saben todas las señas falsas.