La verdad es que a uno estas elecciones le resultan un tanto a contrapelo. Con un candidato avalado por una gestión más que estimable en el papel de 'outsider' y el otro, aún con todo por demostrar, en un papel más institucional. Como un combate en el que el campeón es el que tiene ganas de refriega y el aspirante solo espera el paso de los minutos seguro de su victoria final ¡a los puntos!. Vamos, el mundo al revés.
Pero el primer asalto serio, el recuento de los avales, ha demostrado todo lo contrario. Algo, por otro lado, para que vamos a engañarnos, que ya se sospechaba. Que uno no acaba de hacerse con el cariño del personal y que otro llega muy avalado. No puede ser de otra manera ante tamaña demostración de fortaleza en el primer envite.
Así que mucho me temo que Macua aún deberá remar mucho para llegar a la orilla y Urrutia no cometer demasiados errores en una travesía con la corriente a favor.
Lo que no deja de sorprender ante el bagaje que presenta Macua en unos cuatro años en los que ha llevado al club del 'bienio negro' a Europa y de la penuria económica casi a la abundancia. Y la sensación que da Urrutia de meterse en un lío que no le va demasiado y más por iniciativa ajena que propia. Por ahí se le pueden ir sus sólidas opciones al ex capitán, que quizás haya adelantado su momento.
El ex presidente seguro que lamenta no haber sabido resolver de la misma manera que la deportiva y económica la ecuación social durante su mandato.
Todo esto, no obstante, puede dar un giro copernicano en cuanto empiecen a salir los nombres que dinamitan toda campaña. Unos comicios electorales en los que, no obstante, ambos candidatos parecen condenados a continuar, para bien o para mal en ambos casos, con los papeles cambiados.