El Athletic Club de Bilbao, en esta segunda vida tras regresar de los infiernos, ya nos ha dejado algunas muestras de su nueva identidad. Los rojiblancos en el terreno de juego y en la presente temporada, han presentado una personalidad múltiple, que con Berizzo oscilaba entre lo malo y lo peor y que ahora, con la llegada de Garitano, ha evolucionado hacia terrenos menos pantanosos.
De todas maneras, como cualquiera que supera un grave trance, el regreso a la normalidad no es precisamente un camino de rosas. Por lo que es muy posible que de aquí a final de temporada tengamos qué soportar algunos bodrios más, tipo Anoeta o Huesca. Lo que sí es cierto, es que el equipo ahora y en líneas generales transmite otras sensaciones mucho más fiables que en la era del técnico argentino.
Este Athletic ya es un equipo reconocible, y que muestra unas señas de identidad más identificables, sobre todo cuando no tiene el balón. Entre las más destacables se podría citar que ahora el cuadro rojiblanco ha pasado de ser un “chollo” en defensa, a convertirse en un equipo “pesado” para el rival, de esos que te aseguran sensaciones similares a pasar por la silla del dentista.
Creo que es bastante evidente que el equipo asimila mucho mejor todo lo concerniente al aspecto defensivo, donde podemos ver un conjunto con las líneas muy juntitas y preocupado de no cometer errores groseros. Es un equipo muy solidario, que ocupa los espacios de un modo más racional, y enterrando cualquier atisbo de marcaje individual en el estado más puro de la acepción.
Pero sin duda, donde existe un enorme margen de mejora, es a la hora de crear fútbol, una faceta en la que al Athletic se le ven las costuras. Los rojiblancos sufren cuando les toca llevar la iniciativa y disfrutan más en la presión del balón, en el robo y la salida en busca de espacios.
Y para aspirar a cotas más ilusionantes que las vividas en esta liga, es preciso ofrecer algo más en lo que a creatividad y juego combinativo. Necesitan trenzar unos cuantos pases de calidad que permitan poner en apuros a sus rivales. Hay que pensar que no todos los equipos son “top” como para que quieran el balón, la iniciativa y permitan espacios a sus espaldas.
En definitiva estamos ante un equipo que progresa adecuadamente, que seguro nos dará alegrías, pero que de igual modo, debemos estar preparados para algún que otro “petardazo” de aquí al final de la temporada.
Por último y en cuanto a los objetivos, se pueden escribir y decir muchas cosas, pero lo cierto es que viendo de donde se viene, los puntos que se han quedado en el camino, la brecha abierta con los que van delante y detrás, y estando ante un proyecto en construcción con un nuevo técnico, más que nunca el partido a partido será el que marque nuestro destino.
Por Rafa Arberas, periodista de Radio Llodio Cadena SER. Community Manager y experto en deporte y comunicación.