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Se notó la mano del entrenador

Juan Romero Márquez.
Juan Romero

En el partido contra el Sanluqueño se cumplió la conocida suerte del nuevo entrenador. El Recre, de su mano, mejoró por su estrategia al conseguir lo que no habíamos visto antes: unión atrás sin dejar huecos y buscar el balón para llevarlo al área contraria y crear las máximas ocasiones de gol. Así que la leyenda se cumplió; el aficionado jamás pensó en la derrota; creyó que el gol llegaría y lo hizo, dos veces, pero pudieron ser cinco.

Isi no tuvo suerte en dos jugadas personales que el poste evitó; hubo otra de Chuli, gafado con el gol; seguro que tendrá nuevas oportunidades si no se obsesiona. Muchos dirán que el Sanluqueño era flojito pero, aunque es pronto, Barragán ha hecho un grupo más unido, que cubre huecos como no ocurría antes, que nos cogían a la contra con facilidad y volaban los puntos. ¡Ojo, que no quiero culpar a Alberto de su adiós! Pero el vestuario no es el mismo. En fútbol ya se sabe que es más fácil echar al entrenador que a la plantilla.

El esquema de Barragán es muy parecido al de Salmerón, propio para la 2ª B, que nos hizo pasar una liga cómoda hasta la liguilla final. ¿Entonces? ¿Causas? Dejo la pregunta ahí. Lo mejor del encuentro fue que unos 5000 aficionados disfrutaron y salieron más alegres con su equipo. Quiles de nuevo marcó su gol y después Kike Rivero ejecutó un justo penalti de forma magistral. El enfado de Morcillo creo que fue una niñería, al final fue gol, que es lo que importa. Al margen del encuentro, hubo unos minutos de gran emoción en los que la afición se olvidó del juego y se centró en el homenaje en memoria de Iván Marín, gran persona y recreativista.

Fueron momentos de gran emoción, con pancartas, ramos de flores y la mayor ovación de la tarde dedicada al que fue grande como familiar y recreativista.

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