Eso dicen, primo, aunque yo no estoy muy de acuerdo. Y menos mal. Lo enriquecedor de un viaje no consiste en encontrar lo igual, sino lo diferente. El etnocentrismo que siempre critico y condeno, y que muchos occidentales no pueden desalojar del inconsciente, es el responsable de que, cuando viajamos, busquemos desesperadamente personas, lugares y costumbres que se parezcan a las nuestras, con la feliz intención de sentirnos más seguros, protegidos e identificados en la lejanía. Será porque tanto insistieron los que la visitaron antes que yo, que me creé unas expectativas que luego no se cumplieron. Y creo que eso fue lo que más me encantó de La Habana: el haberme hecho olvidar por completo durante 10 días el mundo que habito diariamente a 8000 kilómetros al Este.
No niego que me determinara el hecho de haberla visitado en luna de miel, pero en cuanto aterricé en José Martí el tiempo se detuvo, mientras me embriagaba de golpe con el húmedo y profundo calor que allí brota del fondo de la tierra, de la selva, como un volcán en erupción que perfuma el alma y transforma los sentidos. La brisa marina de mi tierra también me ha embriagado siempre, pero no tiene nada que ver. Cádiz es una ciudad. La Habana es un continente. Cádiz parece que se ha dejado arrastrar por la maldición occidental. La Habana se mantiene virgen, pasando por encima del imperialismo —primero el español y luego el yanqui, que fue más terrible—. En Cádiz echo de menos una dosis importante de cultura y educación, la misma dosis quizá que en La Habana constituye el excedente fundamental de su personalidad colectiva. En Cádiz todos cantan, los que saben y los que no. En La Habana no cantan todos, sino sólo los que saben, y tal vez por eso ellos con su música hayan llegado más lejos que nosotros. En Cádiz, muchos renegamos de nuestro país por cuestiones históricas y políticas. En la Habana, la bandera de Cuba está por encima de Fidel y de Miami. En Cádiz, los que trabajan como señores se sienten esclavos. En La Habana, los que trabajan como esclavos se sienten señores. En Cádiz, la mayoría de los niños van al colegio por obligación. En La Habana, van por devoción. En Cádiz, los más ricos son los más pobres. En La Habana, los más pobres son los más ricos. Es una cuestión de valores. Por lo demás, tampoco voy a negar del todo la presencia de algunos parecidos razonables. Por ejemplo, cuando están haciendo una obra en la ciudad, hay uno trabajando y cinco mirando, igual aquí que allí. Y la simpatía, la amabilidad y la hospitalidad con el extranjero mantiene rasgos comunes, aunque allí la determinan la obtención de la propina, mientras que aquí parece más gratuita y desinteresada, siendo la necesidad económica casi la misma, pues si La Habana es pobre —que ciertamente lo es—, Cádiz no es precisamente rica (en dinero, claro está).
En definitiva. Me fui a La Habana para disfrutar de una espectacular luna de miel y, de camino, desconectar de lo que me aturde y me confunde. Lo primero lo conseguí con creces. Puedo decir que allí he pasado los días más felices de mi vida. Lo segundo se me ha quedado por la mitad. Me refiero concretamente a la resolución del dilema carnavalesco que me ha nublado los últimos meses. Sigo sin decidir si voy a sacar la comparsa o no. Y si la saco, tampoco tengo claro si presentarla al Concurso del Falla o llevármela a La Habana. Allí, por lo menos, no voy a tener que soportar que me comparen con Martínez Ares. Ni a él conmigo. O, lo mismo, no la saco ni aquí ni allí, y me vuelvo con Luisa otra vez a La Habana para continuar con la luna de miel durante el resto de nuestras vidas, porque de eso sería de lo único que con total seguridad jamás tendría que arrepentirme. También depende del horario que me hayan puesto en el instituto. Ya os diré.
JUAN CARLOS ARAGÓN
Alegría da leer a los que te seguimos que La Habana y Luisa en ese desorden de conversación pusieron luz en tus ideas y te hicieron cambiar de opinión para que cuando se abran las cortinas del Templo de los ladrillos coloraos podamos volver a ver la puesta en escena de una nueva "farsa de carnaval". Gracias por no dejarnos huérfanos el próximo febrero.
Juan Carlos...no nos prives del arte de tus palabras, que más dan los jurados, que más dan las opiniones...lo que importa es que cada año yo y muchos como yo, esperamos ansiosos tu comparsa, tus letras, tu arte, tu Veneno!! Eres el mejor y el dia que faltes habría que enmarcar tu manos, porque ellas han escrito autenticas maravillas!! Me confieso juancarlista incondicional...
Juan Carlos, primo, maestro... da igual porque es lo mismo. Me da la rotunda impresión, ya que tú y yo nos entendemos, que este año no quieres sacar una comparsa para el concurso porque tus motivos tienes para que el toro se te haya echado encima antes de que cojas un buen capote. Con una camiseta roja y arte también se puede torear, pero eso a ti y a mi no nos vale. No queremos otra catastrofic. De la que dicho se a de paso no te culpo, agradezco el arte de quien tiene el talento para crearlo aunque no sea su mejor obra. No colgaría la monalisa en mi pared por parecerme sobrevalorada, pero bebo los vientos por el hombre que fue Leonardo. Me voy a permitirme el lujo, que como casi todos los mejores me va salir gratis, de darte un consejo. O varios. Porque te quiero, porque tu lo haces por mi y porque no los vas a leer. No la saques. Si tienes miedo a ese escalofrío de que sea carnaval y no nos veamos; coge tres folios y tu guitarra en enero y nos damos una vuelta el lunes con dos amigos más a cantar lo que no podemos otros años. Sin más motivo que el del peso de la torre de preferencia. Tu y yo sabemos que dirán que el miedo. Que si te habrás peleado con no se quien. Que si Luisa te tiene enamorado y consume tu arte, (esto no lo dirán porque no lo entienden, pero te lo digo yo). Los que apreciamos lo que es el veneno del capitán te aseguro que entendemos que hagas lo que te salga… Los que no lo entiendan y confundan sus anhelos con la obligación de otros no merecen el esfuerzo. Como todo no va ser vaselina como me atrevo a decirte que si nombras tanto la comparación con Martínez Ares alimentas a las viejas criticonas. Es pienso para palomas y son ratas aunque vuelen. Me alegro de verte feliz primo. La Habana no es Cadiz, pero Cadiz puede ser más Habana si la actitud es la misma. Un abrazo maestro, gracias por pensártelo.
Kiyo no te obsesiones con el tema de Martinez Ares y ve al Falla, que si no te van a desi farso y que todo lo que escribiste el año pasao fue mentira y solo pa peloteá y llevarte el uno. Picha que.pesao ere con la cagalera cojone.
Papito, aburres,deprimes e incluso das pena y vergüenza ajena viejo