Tenía preparado para hoy un artículo no tanto a favor del Procès sino en contra de los argumentos que esgrimen sus detractores, que dan para reírse unas horas –de hecho, queridos lectores, ya me diréis si os reís cuando lo publique-. Además, así gano tiempo para ver qué ocurre el lunes en el Parlament y el martes en el Consejo Insiquidor.
El concierto de Alberto en la Sexta Noche me pareció más urgente. Toca ya. En el país de los ciegos el tuerto es el rey, pero en el de los que vemos con los dos ojos y sin gafas, Alberto es un tuerto. A la derecha española le sucede lo mismo que a los que tienen serios problemas con el tabaco, el alcohol u otras drogas: siempre reconocen un consumo mucho menor que el real, con lo cual, no sólo no solucionan su problema sino que lo agravan hasta que ya, en muchas ocasiones, no tiene remedio.
Así, la derecha española se divide en:
a) Los que se reconocen abiertamente de derechas porque en realidad son de ultraderechas. Son los que votaron a Rajoy en 2011 y lo van a seguir votando en 2015. Entre ellos hay muchos –la mayoría- que no son auténticos fachas, porque tienen una hipoteca, un Ibiza y dos hijos en el paro. También había franquistas pobres. Mantener a tu lado a las propias víctimas de tu política es un ejercicio malabar en las sociedades avanzadas, pero en un país de analfabetos sigue siendo relativamente fácil.
b) Los que dicen que no son de ni izquierdas ni de derechas, para inmediatamente afirmar que nunca votarán al Psoe (Podemos ni cuenta: esos son bolivarianos y comunistas, y tienen rabo y cuernos). Son de derechas, aunque avergonzados de haber votado a Rajoy en 2011. Normal. Entre los votantes de Rajoy en 2011 también hay gente decente que ha reconocido la estafa.
De estos dos grupos, el primero no me preocupa porque no tiene remedio. Es un producto ibérico que nació con los Reyes Católicos y que se recicla más allá del progreso civilizatorio. El segundo es el que me ocupa de verdad. Alberto El Tuerto conoce bien a este grupo y está improvisando un discurso para ellos. Un discurso no es lo mismo que un programa. En un programa se traza una política con una declaración de intenciones mínimamente definida. En un discurso para cazar a la derecha no confesa, la forma vela la indefinición del contenido de tal manera que el protagonismo se lo lleva el labio superior, ese cuyas muecas y giros delata a un niñato de la derecha que “no es ni de izquierdas ni de derechas”, pero que va a pescar aquí y allí. Como prueba de ello, pacta con los dos sin ser de ninguno de los dos, con lo cual su inmoralidad política convence a los arrepentidos de los dos bandos, sin que éstos se den cuenta –o no se la quieran dar-. En España hay mucha gente que ya no sabe lo que quiere, y Alberto el Tuerto ha improvisado sin esfuerzo un discurso para ellos, un discurso sin intenciones, que es la única forma de convencer a todos los que no tienen intención de votar a alguien que intente algo de verdad en alguna dirección. Y no es un juego de palabras. Con las palabras no se juega, salvo para cazar votos.
Ayer volvió a darme pena de mi país. Fue la vez un millón. La incultura política –unida a la gramatical- deja a un elevado número de ciegos en manos del primer tuerto medio listo que aparece, que en este caso tiene dos nombres, Alberto Rivera y Albert Riera, el de Ciudadanos y el de Ciudadans’, el que no es “ni de izquierdas ni de derechas”, pero que pacta con el PP, con el Psoe y con su puta madre si hace falta, aunque, según su planteamiento, no es él quien pacta con ellos sino ellos quienes pactan con él, que es igual pero no es lo mismo. Una puta pone un anuncio con su número de teléfono. Si tú la llamas te dice que está disponible sin importarle quién seas tú. Y si tú no la llamas, la llamará otro. Pero la puta pacta. Para eso está.
JUAN CARLOS ARAGÓN
Resulta curioso cómo los mismos comentarios criticando al autor le están dando la razón a sus argumentos al pie de la letra. España en estado puro.
O sea, resumiendo, que Vd es el que lleva razón -puesto que habla de los que no tienen arreglo y todos os que no pensamos como Vd estamos equivocados.
Que personajes como usted tengan voz en medios de este país es la vez un millón que este país me decepciona a mí como usted dice. Vaya si se da aires de grandeza el señor Aragón para ser un funcionario más de otros miles de tantos y haber aportado a la sociedad lo mismo que mi mesa camilla. Pruebe a dedicarse a algo serio o al menos, si eso es mucho pedir, no se enorgullezca de comer del cuento que usted mismo se crea, coma y punto.
Cuando en este país se deje de hablar de bandos y se comience a hablar de opciones políticas, entonces habremos superado la época de los Reyes Católicos.
Que pongan este texto en el próximo examen de selectividad por favor.
Señor Juan Carlos, déjeme equivocarme otra vez por lo menos, ya me equivoque anteriormente cuando vote a gaviotas y rosas, así que probaré a equivocarme con otros.
Creo que a usted se le ha subido demasiado la "fama" y creo que debería ser un poco más humilde con sus comentarios. Usted lo que hubiese necesitado es una buena ostia a tiempo y que se le bajaran los humos esos que tiene.
Sinceramente pienso Sr. Aragón que es usted un bocazas con sus comentarios. No puede ir infravalorando e insultando a la gente en el ámbito político de la manera que lo hace.
No puede ser más simplista en su análisis sobre la población, no sé en qué datos se basa, En fin, otro más en este país con una altura moral y una soberbia desmeseruda. una combinación recurrente.
Al final voto a PACMA...
Yo aconsejaría a los españoles que quieran votar al tuerto, que antes miren que votaciones han hecho en el parlament de Catalunya, y verán como se las gasta en materia social y laboral.