…te juro que otros ladrones serán los que se vayan”, que dije en aquel pasodoble de Los Millonarios. “V” de orgullo, porque la victoria definitiva habrá que irla conquistando día a día. Pero el orgullo no me lo quita nadie. Orgullo de comparsista. Orgullo de carnavalero. Orgullo de gaditano. Orgullo de nuestro alcalde.
Hay dos formas de intentar conseguir las cosas. Por las buenas o por las malas. Confieso que yo —ante la manifiesta mala intención que rodea a la oposición política de nuestro ayuntamiento y la peor fe del antiguo Patronato— era del grupo terrorista de los que optaba “por las malas” como única vía para conseguirlo. Confieso también que por las malas —plante— sabía que no iba a conseguirse nunca, por dos motivos: el plante nos terminaría de desunir, porque sólo era una minoría la que estaba dispuesta (una minoría con mucho peso, pero demasiado minoritaria), y a estas alturas ya no me sobrevuela ningún complejo mesiánico, ni de héroe ni de mártir. Por otra parte, un plante próspero —por muy claro que hubiese dejado quién era el enemigo— hubiese sido políticamente utilizado contra nuestro alcalde, y tampoco estábamos dispuestos a darle el gusto a Martínez, González y compañía, porque el alcalde es nuestro, pero ellos no. Y sabiendo cómo se las gasta la oposición gaditanoide, confieso por último que no las tuve nunca del todo conmigo hasta que votaron —o, mejor dicho, no votaron—.
Entre los abstencionistas, hubo quienes se resistieron por no dar su brazo a torcer ante el equipo de gobierno, que era quien elevaba a pleno nuestro proyecto; y hubo quienes no votaron a favor porque con el antiguo Patronato iban a seguir disfrutando de licencias que ya no tendrán. Realmente su voto era NO, pero les faltó valor para votar en contra. Lamentable en todo caso el argumentario exhibido por la oposición, pues si algo dejaron claro es que le importaba 3 carajos el Carnaval de Cádiz —4, en el caso del grupo Popular—. Anoche no se votaba política, sino ciudadanía. No era una cuestión ideológica, sino humana: LA TIERRA PARA EL QUE LA TRABAJA.
Me quito el sombrero ante el trabajo de muchos compañeros, en especial los Carapapas, Tino, Iván o Vera, y de nuestro alcalde, que nos ha brindado una lección política olvidada por muchos
Los que no creíamos en la vía de “por las buenas” es porque conocíamos el blindaje del antiguo patronato, dispuesto así para perpetuar en sus poltronas a quienes las ocupaban. Pero me quito el sombrero ante el ingente trabajo de muchos de nuestros compañeros, en especial el de los Carapapas, Tino, Iván o Vera. Por eso al final no dudé en arrimar el hombro más de lo que lo estaba haciendo. No por fe en la victoria, que —insisto— no la esperaba: pesimismo antropológico + bloqueo político = escepticismo absoluto. La ecuación se me resistía. Pero sentí que la unión hace la fuerza y que una ética del deber nos exigía remar en la misma dirección que los generales, porque ellos han sido los generales de un ejército que hoy sí puede celebrar haber ganado su primera batalla: romper el bloqueo de las tropas enemigas y tomar el gobierno de La Meca. Atrás, en la memoria, desfilan con fuerza y honor todos los granos de arena sumados para llegar hasta aquí.
Pero ante todos, uno: nuestro alcalde, que, entre otras, nos ha brindado una lección política olvidada por muchos —por mí, el primero—: por la vía de la participación democrática, si son de justicia, las cosas se consiguen. Además, nuestro alcalde ha conseguido algo que no se conseguía desde el entierro de Paco Alba: el Carnaval unido y orgulloso de su condición. ¿Hay disidentes? Claro, aquellos a los que dediqué generosos pasodobles, cuplés y artículos, pero que hoy ya no es necesario que los recuerde porque, afortunadamente, —¡por fin!— ya no están. Hoy, más que nunca, suscribo la máxima, el nervio que vertebró mis libros: la dignificación artística, social y económica de nuestro género por encima de la desconsideración tradicional. Hoy el Carnaval de Cádiz es más Carnaval que nunca. Hoy el Carnaval es mucho más que Carnaval. Y hoy, también, nuestro Carnaval empieza a escribirse con mayúsculas. Gracias de corazón a tod@s cuant@s lo hemos hecho posible. Hoy brindamos. A partir de mañana seguiremos luchando. Aquellos duros antiguos…
JUAN CARLOS ARAGÓN