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Yo sí tengo miedo

Juan Carlos Aragón

Aunque creo que hablamos de miedos distintos. Lo de estos días me ha dejado sin palabras por segunda vez en mi vida, porque lo más aterrador (desde el punto de vista mediático, claro) pudiera parecer el sangriento atentado: pero eso es solo la punta del iceberg. Debajo hay más de medio mundo.

El miedo aflora en su peor dimensión cuando te sorprende en el móvil la sangre fresca y, de inmediato, caes en la cuenta de la de gente inocente que es asesinada todos los días, a cada instante, en cualquier parte del mundo, a palo seco, a bombazo limpio, gente a quienes nadie llora, ni pone velas, ni lleva flores, ni muñecos, ni por las que nadie guarda un minuto de silencio, de recuerdo, de reflexión. Mientras en La Rambla trece caían asesinados por una furgoneta fanática, en Sierra Leona y La India eran miles los muertos por monzones, inundaciones y riadas. Buena parte del personal —mientras rulaba por privado los macabros vídeos de los muertos de Barcelona— ni siquiera lo sabía (además de importarles un carajo: morir por allí es tan poco original que a nadie conmueve). Lo más aterrador (desde el punto de vista mediático, insisto) no coincidió con el punto de vista mío ni con el de otros como yo que, aunque sin ambages condenamos el terrorismo yihadista, también condenamos los otros terrores, los que fabrica el circo a partir de la sangre. 
Leí a quien dijo y repitió lo de “la prensa no ha estado a la altura”. ¿No? ¿Seguro? El objetivo de la prensa es vender. Y ha vendido por todo el verano. Plusmarca del año. “Los atentados están siendo utilizados políticamente…”. Los atentados —al margen de la catadura moral y mental de sus ejecutantes—responden en última instancia a causas políticas y, por ende, económicas. Es lógico pues que todos los que se sientan alrededor del atentado estén intentando sacar de él su mayor rédito. “España vende armas a países que financian el terrorismo…” ¿Cuál es la sorpresa? ¿Somos tontos en este país o nos estamos comiendo las bolitas del Mora? Ni que esto fuera nuevo. La historia de España está ahí para quien la quiera saber.
Otra de gran categoría: “Todos somos Barcelona”. Ea. Por cojones. Cuando lo de la Bataclán, al menos, el “Yo soy París” estuvo más individualizado: te permitió sumarte o no, pero no te obligó como parte del todo a ser una ciudad; no ya una víctima, ni una causa, sino una ciudad, y de una forma tal que parece que —por mucho que lamentes y maldigas el atentado— si no eres Barcelona eres un cabrón. Pues ese 17 de agosto, 70 aniversario de nuestra explosión (infinitamente más sangrienta, injusta y cruel) yo fui Cádiz. ¿Algún problema?
Aunque tal vez lo mejor haya sido lo de “NO TENEMOS MIEDO”. Gritar, gritarte, escribir, tuitear, horas, días, semanas “No tenemos miedo” no es necesario cuando realmente no lo tienes, aunque sí es una recomendación psicoterapéutica como refuerzo cuando el auto convencimiento es débil. Las víctimas del atentado tampoco tenían miedo hasta que apareció la Furgoneta de la Muerte. Tan poco miedo tenían que hasta habían escogido Barcelona como destino turístico, estando en un nivel 4 de alerta y sabiendo que era objetivo prioritario para atentar —o sin saberlo, que no sé qué es peor—.
No soy Barcelona por el mismo motivo por el que aquella vez no fui París. Lo de los muertos de primera y de segunda me jode en lo más humano de mi alma (o mejor dicho: en lo poco de humano que el mundo está haciendo que quede ya en mi alma). Muertos dignos de misa en catedral y muertos que los llora su puta madre, depende de dónde y cómo mueran, de lo que su muerte venda en informativos y portadas y del ardid político que dicha muerte pueda representar para unos, otros y aquellos; como también hay heridos dignos de consideración institucional, monárquica inclusive, con visita al hospital y honda preocupación personalizada, mientras el mundo se olvida de miles de niños mutilados en una choza, tan escondidos que no valen ni para rezar porque ni dios los reconoce. ¿Eso tampoco os da miedo? A mí sí. La solidaridad es cualquier cosa menos una pirámide invertida.
Ahora seguramente no crezca solo la islamofobia, sino también la hispanofobia, la catalonofobia, la bombonofobia, la furgonetofobia y todas las fobias posibles, menos la mossofobia, porque los Mossos —no tanto para prevenir como para curar— han demostrado una puntería del carajo con los blancos móviles… ¿“Blancos” he dicho? Dianas, he querido decir. Los Messi de Squadra, que queda como más culé. Y aunque no venga al caso, curioso fue cómo algún que otro sospechoso tenía 17 años en primera información y tras su “abatimiento” ya tenía 18. O sería otro error de los medios, o de los miedos…
Hay mentiras que de tanto repetirlas parecen verdad… pero siguen siendo mentiras. Las fieras, cuando se ven acorraladas, es cuando más peligrosas se vuelven. Tampoco es cuestión de salir corriendo cada vez que veamos una furgoneta mal aparcada o un tío con dos bombonas, pero una racional dosis de miedo es el mejor antídoto contra la temeridad y la imprudencia… (y un bolardo como la Torre de Preferencia…).
EL RUBIO (más moreno que rubio estos días)

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  1. Alejandro Alonso Lopez

    En cuanto a la columna no la comento porque he decidido no leer ensayos ni columnas en las que te interfieran la lectura 2 anuncios y un audio de pasodoble que se abre siempre sin permiso... pero vamos, entiendo que pa lo que aquí se cuenta, ni siquiera es necesario leer... casi que es más importante que os traguéis los anuncios pa pagar al artista que escribe, que fomentar la comunicación de algo importante que pueda ser dicho... no va a aportarse nada nuevo vamo. Abrid vuestros sentidos y pasad por caja.

  2. alondecai

    Dejo un pasodoble PSICOANALÍTICO dedicado a la censura de los intérpretes, en defensa del que considero 'mi autor desagradable favorito'... como explicación grosso modo de la distopía en la que se ha convertido el carnaval al servicio de los mercados, y de la profesionalidad... sobre todo en la erosión de los discursos. https://www.youtube.com/watch?v=UIi40EGpB8I&t=30s Ya sólo nos queda esto... poscarnaval.

  3. Francisco de Paula Pérez

    Chapó. De lo más cabal, humano y sincero que he leído sobre nada en mucho tiempo.

  4. migue

    amen