Si le hubieran dado el Premio de la Crítica hubiera sido un tanto contradictorio, pues otras susceptibilidades nominadas habrían resultado igualmente heridas. Y seguro que Paquito Gómez y su gente, en tales condiciones, no querrían un premio. Yo tampoco quiero un premio para ellos. Ni siquiera ese. Vírgenes de premios, el misterioso encanto de su humor sin fronteras se va consagrando como no apto para mentes con frontera. En cuanto sean más reconocidos a nivel mundial les pasará lo mismo que a Zahara de los Atunes, que pasó de ser el Paraíso a Benidorm de la Almadraba por el capricho de tres famosos, sin que la mayoría de los veraneantes que la inundan ahora sepan con exactitud por qué Zahara.
En Cádiz no se premia la gracia de Burgos, pero tampoco la de Cádiz, ni en el Concurso, ni fuera de él. Creo que dentro de Cádiz hay un problema endémico a la hora de entender lo de la gracia (la de Cádiz). Quizá en Madrid lo tengan más claro. O será que el Concurso está desgaditanizado. Y la calle más aburguesada. Que cada vez hay menos borrachos con acento de fuera que creen que el estribillo se baila. De todas formas, la voz de la calle pinta poco. De momento. Si hoy por hoy reconozco a una agrupación mejor que todas las que hemos ido al Concurso es precisamente una que está en la calle: Los Susceptibles. Ni más ni menos que el año pasado. Y tal vez que el anterior. Y me consta que no soy el único. No sé si a alguien de ustedes también le habrá pasado pero, desde que empieza hasta que acaba, no quiero ni reírme por no ofender, y parezca que en vez de reírme “con” me río “de”: el humor debe tener unos límites…
Los que tienen que tener límites son los premios. No tiene sentido nominar a una chirigota que no se ha presentado a ningún premio para premiarla y, finalmente, no premiarla. Si Los Susceptibles hubiesen querido optar a un premio se hubiesen presentado en el Mamaero Desgaditanizado 2018, con lo cual hubiese dejado de ser aquella chirigota que vuela sola y se hubiera convertido en otra más (u otra menos). Hay estilos, marcas, humores y malhumores gaditanos que no son carne de Mamaero. Por eso hacen bien quedándose donde están. Pero tampoco es lógico que los nominen junto a carnes de Mamaero —por excelentes que sean—, porque los patrones, las referencias y los universos públicos son distintos (y hasta incompatibles). Además, quien premia suele tener en cuenta la popularidad de su premio para que éste valga más. Premiar desde la APC a Los Susceptibles implica descolocar a una nutrida legión de autodenominados “carnavaleros” que creen que “Los Susceptibles” son unas controvertidas aristas de las personalidades señaladas. A veces los confunden con “Los Suspicaces”, lo cual también ofende a los suspicaces y a los propios susceptibles. O también puede ser que dado el alto grado de susceptibilidad de los premiantes, teman que se considere una auto condecoración premiar a esta gente. Que ya hay que ser susceptible…
Si el Premio de la Crítica tiene un sentido —en los festivales de aquí y en los de Berlín—, éste no es otro que el de subrayar aquello cuya calidad no está al alcance inmediato de todos los sentidos. Si no, sobra. Pero en carnaval hay más premios, homenajes, reconocimientos y condecoraciones que agrupaciones de carnaval; si no, cuenten. Y así están las agrupaciones, que se creen que cada año van a un OT con disfraz, en vez de hacer realidad el sueño ilustrado de convertirse en la libertad hecha verbo. Por eso me alegro tanto de que Los Susceptibles no hayan logrado ningún reconocimiento oficial, pues no hay riesgo mayor para la pureza de los creadores que las tentaciones de las academias o, lo que es lo mismo, los limbos donde el arte se disuelve en técnica. Igual que el anticapitalismo solo es operativo fuera de las instituciones, el carnaval solo lo es fuera del COAC —y, a ser posible, fuera de la prensa local y la tele pública, que sobrecarga más que adorna—.
Les Luthiers gaditanos 2.0 son la mayor honra que esta ciudad ha recibido a través del humor cantado por parte de sus propios hijos, desde que sus propios padres revolucionaran la chirigota a principios de los 80 en el Falla y a finales de los mismos 80 volvieran a revolucionarla llevándosela a la calle, esa puñetera calle que no permite más disfraz que sus débiles sombras y honradas claridades. Es curioso cómo los antropólogos extranjeros están siendo más conscientes del valor de estos tesoros que nosotros mismos. Por eso decía que aquí tenemos un problema a la hora de entender la gracia de Cádiz, que es el mismo problema que tenemos a la hora de entender el Carnaval. Con lo fácil que es.
JUAN CARLOS ARAGÓN
"Hasta aquí esta bien" el único pero que si les han premiado: http://ctxt.es/es/20180214/Culturas/17906/Premio-chirigotas-ctxt-cadiz-romancero-titanic.htm
El Carnaval es la calle. La calle es libre y no debe tener censuras, así como tampoco premios. Si no te gusta, no lo veas. Todo intento de homogeneizar la Calle al Concurso es una forma de aburguesarla. La Calle debe ser un espíritu libre. Salud.