Esta semana, el viernes para más señas, se celebraba el día internacional de la felicidad. La ocasión la pintaban calva para que, una semana más, el Valencia repartiera un poco más de alegría entre sus parroquianos que acudieron en masa a Elche en una fría y lluviosa noche de marzo. Y lo hizo.
Desde aquel día llevo reflexionando sobre qué es la felicidad para mí. Temas personales a parte, si me ciño a lo estrictamente teórico, la felicidad es, -cito-, “un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada”. Si aún cierro más el círculo, y lo restrinjo a lo exclusivamente futbolístico, no me cabe duda que la felicidad es el estado que atraviesa actualmente la afición valencianista.
Sí, independientemente de dónde llegue el equipo este año, el Valencia ya ha alcanzado la meta deseada… Ha dejado olvidado y atrás ese club económicamente ahogado, deportivamente roto y socialmente deprimido para convertirse en la chica guapa del baile con la que todos quieren estar. Ahora tiene dinero, el bloque funciona y cada día va a más a pesar del escaso periodo de adaptación, y la afición ha pasado del abatimiento de la temporada pasada a la euforia desmedida y… para mí, justificada.
Llegados a este punto del análisis soy plenamente consciente de que las personas que tienen un alto grado de felicidad muestran generalmente un enfoque más positivo de las situaciones. Es más, este estado de ánimo estimula a conquistar nuevas metas.
Estar feliz, en definitiva, es una motivación extra para seguir creciendo, sumando puntos y escalando posiciones en la tabla. Por eso, soñar, ser feliz pensando en que el Valencia podría subir posiciones e incluso disputar el título, más que un derecho que muchos se (nos) hemos cuestionado, debería ser una obligación. ¿Acaso penalizan por ser feliz o por ilusionarse?
No piensen tampoco que olvido mi responsabilidad social como periodista en un medio de comunicación como ElDesmarque Valencia. No quiero vender humo ni afirmar cosas que no son. Tenemos prohibido por ética y deontología mentir o engañar, difamar, calumniar o injuriar… Pero ¿existiendo posibilidades matemáticas y reales quién puede criticar porque dejemos soñar al respetable? Cosa bien distinta es asegurar que es sencillo, que las probabilidades son altas o llevar a confusión a la afición… ¿Pero impedir que sueñe y se ilusione mientras sea posible?
Sinceramente, y aquí me pongo en primera persona, veo complicado alcanzar el liderato; no tanto porque el Valencia no pudiera ganar en una carrera de fondo individual al Real, al Barcelona o al Atleti; sino porque tiene que ganar a los tres a la vez, y eso se me antoja una tarea casi inalcanzable al menos esta temporada. En el futuro, si las cosas siguen por la senda trazada, ¿quién sabe?.
Ahora bien, dicho lo cual, no me digan que anoche, viendo que el Madrid y el Barça no brillaron, y repasando la clasficación alguno no durmió con una sonrisilla de oreja a oreja pensando en que el líder está a ocho puntos y el segundo a cuatro y debes enfrentarte aún contra ellos. Y más cuando te acuerdas que los rivales tienen que jugar Champions y Copa y al Valencia, por desgracia, ya sólo le queda volcarse en la Liga… Feliz semana.
David Torres
Delegado de ElDesmarque Valencia