Si el Valencia CF decide destituir a Pako Ayestarán lo entenderé pero no sé si lo compartiré. Lo entenderé por la pérdida de confianza, porque los números son desastrosos, porque el equipo defiende mal y porque el Valencia CF es un club que no puede estar flirteando con los puestos de descenso mucho tiempo más. Lo entenderé porque es lo fácil y porque, a estas alturas de temporada no hay muchas más cosas que se puedan hacer (la plantilla está hecha) y porque cuando un grupo no funciona, su máximo dirigente tiene que dar la cara y asumir las responsabilidades. Y lo entenderé porque a los futboleros -me incluyo- el baile de nombres nos chifla sin pensar mucho más allá de si la novedad va a sacarnos del atolladero o no.
Eso sí, no sé si lo compartiré del todo, o mejor dicho no sé si será lo más justo, porque creo que, aunque la decisión es la más sencilla, será cargarle todo el muerto al entrenador y tapar otras muchas carencias que han venido aflorando desde el verano. Echando a Pako Ayestarán nos olvidaremos que la plantilla es mejor pero más corta que la temporada pasada; que no hay un nueve puro y que falta un mediocentro clásico. Estas quejas, estos lamentos no son teóricos, son los que te hacen perder partidos. Son los que te hacen sentar a Mario Suárez y no tener sustituto en Bilbao, o tener que jugar de inicio con Medrán, Parejo y Suárez porque Enzo -que tampoco es un mediocentro defensivo- está sancionado. Y eso es más culpa de la dirección deportiva -Suso García Pitarch- y los dirigentes, con Peter Lim y Layhoon a la cabeza, que de la parcela técnica.
Pero esto es fútbol, y aunque Aduriz marque de cabeza sólo y sin centrales a su alrededor en un balón parado, o pese a que Rodrigo falle sólo a veinte centímetros de la línea de gol, el entrenador debe asumir que la última palabra de lo que sucede en el campo de juego (especialmente si las cosas van mal) es cosa suya.
Dicho lo cual, Pako por supuesto tiene también su incidencia y culpabilidad directa en lo que sucede. Su equipo no defiende bien -no es sólo cosa de la defensa- y concede ocasiones demasiado claras a sus rivales. Le cuesta hacer cambios durante los partidos (este domingo ni los agotó) y empeñarse en no cambiar su sistema, (en Bilbao lo hizo al final), le resta puntos y popularidad, aunque sé que a él eso le importa más bien poco. De hecho, no sé si por pose o porque lo cree, él asegura que no piensa en la destitución, pero ni él ni nadie podemos cerrar los ojos a la realidad de que el Valencia no ha sumado ningún punto de los doce que disputó. Su confianza en sí mismo a veces se confunde con soberbia por parte de los que recibimos su mensaje y eso tampoco le beneficia. Hay que ser más autocrítico. Va por él y también por sus jugadores. Aunque pierdas y no tengas buena suerte, piensa en qué puedes cambiar, no que la mala fortuna siempre es la razón de todos los males.
Hecha esta exposición, opiniones o no aparte, si el Valencia en algún momento pierde la confianza en éste o cualquier entrenador, lo que debe hacer es no dudar y destituirlo. Si se queda debe ser sin fisuras, creyendo en él y viendo su trabajo día a día a Paterna. A fin de cuentas ese trabajo diario es el que convenció a Suso García Pitarch y a Layhoon Chan para darle los mandos de la nave del Valencia al final de la temporada pasada, y eso que ya había sumado tres derrotas consecutivas. Feliz semana.
David Torres
Delegado de ElDesmarque Valencia