"Damià es un gran profesional y dónde esté va a triunfar. Él ha demostrado en el Valencia lo que vale y estoy seguro que va a seguir una brillante carrera profesional". La frase no es mía, es de Mateo Alemany, director general, cuando le pregunté en la presentación de Neto por el adiós de Damià Vidagany. Llevaba toda la semana esperando que alguien del Valencia CF explicara por qué el nuevo presidente Anil Murthy había decidido prescindir del director de marketing que ha traído a la entidad de Mestalla el último gran sponsor, por decir sólo uno de sus múltiples méritos.
Sinceramente, no lo entendía. Dudo mucho que la prioridad para el Valencia sea no contar con Damià Vidagany, un profesional como la copa de un pino que se ha dejado la vida por una entidad que ama casi tanto como a su familia. Valencianista desde que nació, todo lo que tiene de grande, lo tiene de buen tío. En el club era sustento del estrato valenciano que una entidad como el que nos ocupa merece.
No lo entiendo y creo que se equivoca Anil Murthy, pero tiene todo el derecho del mundo a tomar esa decisión; tiene todo el derecho del mundo a formar su equipo. Es más, estoy seguro que, aunque el lunes pasado fuera uno de los días más tristes de su vida, el damnificado agradece la honestidad del directivo y la forma en que se precipita su adiós. Más preocupado me quedo por el Valencia, desde luego.
Y es que, analizándolo fríamente, Damián se va en la cresta de la ola y por la puerta grande, tras lograr lo que gurús portugueses o ingleses no consiguieron y se marcha sin hacer ruido, como un señor, como lo que es. Se va y seguirá mimando al Valencia casi más que a su propia salud. Pero eso en el club ya lo saben. Y si no, para muestra, la frase de Mateo.
Él, Damià, ya es historia para un club que, a falta de alguna milagrosa aclaración, manda un mensaje al mercado y a la sociedad que está haciendo una reestructuración pero a la baja, como si estuviera en fase de liquidación y rebajas. La sensación que recibimos los que rodeamos la entidad es que está recortando gastos a todo trapo, amortizando puestos directivos y echando personal a la calle y eso, normalmente, las compañías lo hacen cuando, o bien están a punto de quebrar, o bien quieren aligerar sus gastos para ser traspasadas con un balance económico digno. Sé que los sueldos de los que hablamos son el chocolate del loro comparados con un mal traspaso como el de Enzo Pérez, pero decirle a un futuro e hipotético comprador que..., no sé, en vez de 100 empleados tienes 50, mola.
A Mateo Alemany, director general de la entidad, le he escuchado decir varias veces que no vino a Valencia para vender el club y yo le creo; pero cada día son más los amigos y empresarios que te escriben, te llaman y te aseguran convencidos de que Peter Lim se ha cansado y quiere vender. "Las empresas funcionan así", me aseguran. Yo, que con Peter Lim no hablo, escucho al nuevo presidente, que no es de Meriton aunque trabaja para ellos, y le veo siempre sonriente, convencido de lo que va a hacer y de que va a sacar su proyecto adelante. Lleva una semana en el cargo y Anil Murthy tiene por mi parte, como cualquier presidente tuvo antaño, el beneficio de la duda y el derecho a que le dejemos trabajar antes de enjuiciar su labor. Eso sí, si es deudor que le deja la herencia de Meriton, también es esclavo de sus actos; y en este caso creo que ha metido la pata hasta el fondo. Lo siento por él, pero más por el Valencia. El tiempo dará o quitará razones. Feliz semana.
David Torres
Delegado ElDesmarque Valencia