Otro día más. Seguimos sumando. Seguimos buscando. El maldito coronavirus nos ha impedido este Jueves Santo vivir varios de los momentos más bonitos del año, con la consiguiente Madrugá. Casi ná. Alguna gota, pero el suelo mojado de muchas lágrimas. Lágrimas de Esperanza, lágrimas de Pasión. En casa y muchas fuera. Sólo hay que ver vídeos e imágenes en ElDesmarque para comprobar que más de uno, de dos y de tres hoy no ha respetado el confinamiento.
He aquí el debate. Yo creo que no hay debate. Por mucha pasión, por mucho fervor, por mucho todo que uno tenga hacia una Virgen o hacia una imagen de nuestra adorada Semana Santa, está prohibido ir a las iglesias y dejar en las puertas unos ramos de flores, velas, estampas y mensajes. Que sí, que duele perderse un día. Pero más pueden perder quienes haya ido y con los que se junten habitualmente en su cuarentena,
Está prohibido salir de casa a no ser que uno trabaje en una tarea esencial de las que sí dio el visto bueno el Gobierno. El Gobierno... Por eso me parece extraño ver tantas imágenes con gente en las puertas de las iglesias, lógicamente cerradas, y que no hubiera alguien que evitara esas visitas. Repito: entiendo esa pasión, pero no es el momento. Ya lo dijo el Hermano Mayor de Los Panaderos: si la gente se queda en su casa, por qué él va a ir a su iglesia. Pues hay gente que no ha hecho caso y este Jueves sí ha acudido a sus iglesias. Ellos sabrán.
Vean imágenes de otros años para soñar. Para recordar buenos momentos, para llorar. Guarden algo dentro porque esta noche es muy grande en Sevilla. Estén o no los pasos en la calle. La Madrugá sevillana siempre es grande. Como todos aquellos que se quedan en sus casas y miran por su salud y, sobre todo, por la de los demás. Ya habrá tiempo para llevar un ramo. O dos.