Cuarentena sin fútbol, Día 29: A tortas por una mascarilla, ya veréis

Comienza la quinta semana de esta cuarentena por el maldito coronavirus y puedo decir que hacía tiempo que no dormía tanto la siesta. Me ha venido bien, aunque no haya sido esa de pijama y cama que siempre ha pregonado el bético Joaquín Sánchez y que a mí me encanta. Había que coger fuerzas para afrontar nuevos días con retos y ganas de seguir luchando en casa.

Alguna charlita con amigos que trabajan y comparten piso para echar al menos unas risas. Unos vídeos de los niños jugando al fútbol e imitando lo que sería un partido. Tranquilidad relativa con mi mujer, que por un día aparca su farmacia para estar con su gente. Lo necesita tanto ella como los niños. Pero siempre pendiente de la actualidad, porque un periodista nunca descansa. Es una de las frases que siempre llevo y que siempre diré.

Y en esa actualidad observo, entre otras muchas cosas, entre nuevos discursos de presidentes (cada uno a su forma), que el uso de las mascarillas ahora será recomendable. Pero que habrá que ponérselas para ir en transporte público. ¿Y dónde se pillan las mascarillas? ¿Se compran? ¿Las regalan? Al parecer habrá encargados de repartirlas donde haya transporte público y me temo lo peor. Algún encontronazo preveo (o preveyeo) para conseguir una, dos o las que hagan falta.

Porque somos así y, si son regaladas, pues... Así que entiendo que el Gobierno buscará una fórmula menos peligrosa de reparto. Pero no veo que esto vaya a ocurrir. Por cierto, ojo con la felicidad y ganas de salir ya a la calle, aprovechar que trabajadores de diversos sectores laborales pueden estar en sus centros este lunes. Los entendidos (no los dirigentes, lógicamente) hablan de un repunte sorprendente como nos dejemos ir. Yo no me dejaré ir, ya he vuelto a coger fuerzas. Qué bien sienta una siesta. Y siempre en casa, donde mejor se duerme. No salgan, por favor.