Aquí seguimos. Otro día más, ya van 37 seguidos en este blog (bueno, uno fallé), en este confinamiento por el maldito coronavirus. Y seguirán siendo unos cuantos más, ojalá los menos posibles. Otro día más donde las mascarillas han vuelto a aparecer en varias ocasiones por nuestro vocabulario. Pones la tele, lees ElDesmarque y escuchas a tu gente y muchas conversaciones van por el mismo sentido. Pero en mi caso mucho más.
Porque sigue el lío de las mascarillas. Entre las defectuosas, que han dejado sin vida a sanitarios y ha complicado a muchos más, y que no hay un precio fijo esto parece un cachondeo. Parece no, lo es. Recuerdo, como dije ayer, que es una cadena en la que muchos pueden engañar y que al final el que sale perdiendo es el cliente. Y que hay de todo en la viña del Señor. Empresas leales, comerciales decentes y farmacéuticos que miran por su gente. Por eso, es obligatorio que el Gobierno imponga ya un precio para las mascarillas.
Y me refiero a todas las mascarillas. Las quirúrgicas, que están más al alcance de los clientes en las farmacias, se entregan gratis en varias comunidades, algunas, como Cataluña, ha tenido problemas informáticos. Una tarjeta sanitaria, una mascarilla. Una, sola una. Una mascarilla que sirve para un uso y que no evita el contagio. Así que al menos cada familia debería tener cinco por semana para cada miembro.
Seguimos. Otras mascarillas, como las FFP2, se pueden comprar (si es que llegan algún día a las farmacias) por muchos y variados precios. Está previsto que este martes el Gobierno diga algo más sobre este asunto, lo que ha obligado a farmacéuticos a parar pedidos. Esas mascarillas ya llegarán más tarde, porque como es lógico no van (vamos) a perder dinero. Sigan quedándose en casa y todo irá mejor. Tanto que incluso se podrá ir a la playa... Yo no quiero ni pensar lo que puede ser la gente en la playa. Mañana hablaremos.