Hoy me levanté con más hambre que de costumbre, quizás porque anoche cené menos. Un poco menos, tampoco es que hiciera una dieta, la verdad. Y fue ponerme a trabajar y aparecer en mi ordenador la foto de una tortilla de patatas. A mí me gusta un poco más hecha, que no se note tanto el huevo, pero tenía una pinta espectacular. Ya que estamos, me como cualquier tortilla. De todo se aprende. Una sonrisa para olvidar este día 45 de la cuarentena por el maldito coronavirus.
El otro día, en un tiempo de asueto, me puse a ver cuánto podía engordar una persona en esta cuarentena. Digamos que ahora se come más que antes, que hay más estrés y más presión, sobre todo psicológica. Pero es que te entra hambre cuando menos te lo esperas y mira que no soy muy de picar. Pues pico. Esa tortilla hecha o poco hecha, esa carne en su punto (más o menos quemado) y hasta la fruta tiene una pinta magnífica. ¿Y el chocolate?
Habrá que dar unas cuantas vueltas luego a la pista de tenis donde vivo ahora para quitar algunas calorías al cuerpo. Y sudar un poquito, que siempre es bueno para la salud. El finde ya se podrá salir a correr a la calle aunque no tengo claro si hacerlo aún. Y eso que he visto a más de uno, incluso a algún futbolista de un equipo sevillano, dar unas carreritas por la urbanización. Bueno, me lo pensaré, pero la entrada en la casa y todo lo que hay que hacer para evitar problemas...
Vuelvo a la comida. ¿Hay algo mejor que dormir y comer? Dormir, dormimos menos estos días, más mal que bien, con ganas de dar una cabezadita en alguna siesta. Y comer sí estamos comiendo. Hoy podría estar con grandes en amigos en las casetas y hablando de fútbol, del Betis y del Sevilla, rajando de aquellos que se equivocan cada día, con mucha gente alrededor y sudando como un pollo. Porque el miércoles de Feria no es un día más. Pero estamos en casa, no hay Feria y que seguir en la lucha como sea. Ya llegarán tiempos mejores, seguro. Así que ahora nos tenemos que quedar en casa unos cuantos días más.