No. No es la mítica frase del gran Joaquín Prat. Y no es la frase que a muchos nos gustaría escuchar. En este día 52 del confinamiento por el maldito coronavirus ya tengo ganas, otra vez, de que vuelva el fútbol. Y, ojo, claro que entiendo muchas posturas, pero no todas. Porque algunos se acogen a la demagogia para evitar que el fútbol vuelva cuanto antes a nuestras vidas. Yo quiero que LaLiga vuelva ya. Lo antes posible.
Y con lo de demagogia no me refiero a cuestiones de salud. Todos los días escribo por aquí que es lo más importante ahora mismo es que todos estemos bien y que maldita sea la hora en la que nos han ido muchos vecinos, amigos y familiares. Pero voy al fútbol, a los que viven del fútbol, a los que también vivimos del fútbol.
Claro está que un jugador quiere evitar cualquier contagio, pero detrás de la negativa de muchos hay algo más seguro. Sobre todo en aquellos clubes que están poniendo más impedimentos para la vuelta de la competición, porque así piensan, creen y estiman oportuno que lograrán un premio. Bien un título, bien una clasificación para la Champions o la Europa League o bien la salvación. Y hay incluso que mueven a algunos de sus trabajadores, léase médicos, para avanzar que esto será todo un horror. Que es imposible volver a jugar en estas circunstancias.
Y sí, el fútbol es un trabajo de esfuerzo en el que se contacta con otra gente. Que los saques de esquinas tendrán agarrones como toda la vida salvo que el VAR diga lo contrario, que uno golpeará la pelota después de que otro jugador o compañero lo haya hecho. Pero el fútbol, como trabajo, es empresa, y sus empresarios están pagando mucho dinero para que sus trabajadores tengan test. Vamos a confiar en los entendidos y si algo sale mal, si alguien se pone malo, hay medidas previstas. Ya habrá tiempo para pensar que el fútbol vuelva con gente en las gradas, ojalá sea mañana. Pero ahora mismo no se puede, porque todos, de una forma u otra, nos tenemos que seguir quedándonos en casa.