Primero de todo, conviene anteponer un par de cositas: 1. El Real Betis no va duodécimo en la LaLiga Santander por culpa del VAR ni de una conspiración judeomasónica contra las trece barras. 2. El VAR es un magnífico recurso tecnológico para luchar contra los errores (y/o injusticias) que, desde tiempos inmemoriales, se han derivado del arbitraje en el fútbol.
Esto último lo pensaba cuando se empezó a plantear la utilización de esta herramienta y lo sigo pensando ahora. Es más, mucho ha tardado en aparecer en el fútbol profesional español, que va como tres décadas por detrás de deportes como el baloncesto o el tenis. Ya cada cual que se detenga a pensar si ello responde a razones más o menos espúreas, pues resulta obvio que ninguna modalidad deportiva podrá jamás mover los intereses que mueve el fútbol.
La perversión de la filosofía del VAR no proviene del instrumento en sí mismo. Como ocurre con todos los grandes inventos de la humanidad, su valor emana de las manos que lo utilizan. Y resulta que está en las de los árbitros, seres humanos que cometen errores y viven permanentemente en una burbuja de colosales intereses.
Cuando estos errores rebasan la grosería supina y no concuerdan lo más mínimo con la visión de millones de personas, entonces surge la injusticia y la mente se deja rondar por pensamientos oscuros. Ahí ya pasaríamos a conceptos como mangazo, patochada y, por supuesto, VARgüenza.
Lo del pasado domingo ante el Getafe CF fue una especie de sainete, una burla, una falta de respeto al sentido común y, en especial, al Real Betis y a su afición. Por desgracia para esta última, no es la primera vez que ocurre esta temporada ni pinta de que sea la última.
PaVOR debería sentir ahora mismo cualquier bético pensando en lo que queda por venir. El VAR (Video Assistant Referee), la Sala VOR (Video Operation Room) y el RRA (Referee Review Area) son los Ortiz de Mendibil, Guruceta, Urío Velázquez y García de Loza de ahora.
Seres humanos o máquinas manejadas por ellos que cuando se equivocan (casi) siempre lo hacen a favor de los mismos. Entre ‘los mismos’ no se encuentra el Betis, o al menos esta temporada. La situación, empecinada en repetirse a tenor de lo visto, no tiene fácil arreglo.
En cualquier caso, lo que seguramente no la arregle sean unos ‘tiritos’ en las redes sociales, nicho supuestamente destinado a otras batallas mucho más banales; ni una pataleta grandilocuente en los medios oficiales del club. Si hay alguna solución (nada fácil, insisto), ésta pasará por ganar peso frente a las instituciones que manejan los hilos y plantarles cara con toda la firmeza y acritud que haga falta por los cauces apropiados.
O, si me apuran, que la afición monte una zapatiesta considerable que se escuche en Pekín. Todo lo que no sea eso conducirá indefectiblemente a la VARgüenza y al paVOR.
Pues yo como accionista Del Real betis me ciento robado y perjudicado por estos sin vergüenza, que encima que no lo arrestan le dan la opción de volverá pitar el siguiente partido, y el que menos vergüenza tiene es el presidente, El Rubiales . Ratero todos.