A estas alturas de la temporada hay seguidores del Surne Bilbao Basket que contemplan con cierta desidia y desánimo la trayectoria del equipo en los últimos partidos disputados. Era impensable que el descomunal comienzo de los de Jaume Ponsarnau tuviera tanta continuidad en el transcurso de la temporada, pero los hombres de negro aprovecharon el inicio del curso con una serie de victorias, algunas de prestigio como las cosechadas ante Joventut y Valencia, que le posibilitaron ocupar posiciones de play off hasta hace bien poco.
La gran campaña de Ludde Hakanson y la explosiva irrupción de Adam Smith alimentó la sorpresa de un equipo coral con las ideas y conceptos muy claros. El equipo, salvo excepciones, derrochó energía y su baloncesto era vistoso, ordenado y rara vez tiraba la toalla. Hubo muchos partidos que hasta el pitido final no se sabía quien iba a ser el vencedor.
Pero ese ritmo frenético en una plantilla justa de efectivos y con Europa de por medio era muy complicado de mantenerse. Llegaron las lesiones, Radicevic, Withey, Hakanson, jugadores básicos muy difíciles de suplir, y ya a Adam Smith ya le habían cogido la matrícula... Muchos contratiempos en un conjunto muy justito en los económico que no permite grandes dispendios. Aunque el parche del pívot griego Tsalmpouris ha resultado decoroso.
A pesar de todo, las diez victorias que atesora Bilbao Basket hacen pensar que la permanencia está virtualmente asegurada siendo el segundo presupuesto más bajo de la ACB que tiene un meritazo increíble. Una hecatombe tendría que ocurrir en las diez jornadas que restan (el Betis tendría que ganar la mitad de los partidos que tiene) y el Bilbao Basket perder los diez, incluyendo la pérdida del average de quince puntos en una supuesta derrota en la cancha sevillana en el mes de mayo. Y no incluyo la variante del Manresa al que, con una victoria más que los béticos, aún le queda visitar Miribilla.
Por lo tanto, calma con el equipo y empezar a pensar en formar una plantilla competitiva siempre con el hándicap de la tesorería, aunque Rafa Pueyo lleva acertando temporada tras temporada y la que viene, la 2023-24, no tiene por qué ser diferente.
Por Carlos Ballesteros, exseleccionador de Bizkaia Junior Masculino.