La selección de Portugal ejerció de perfecta anfitriona del Mundial de fútbol playa disputado en Espinho y se coronó por primera vez en la historia desde que el torneo está auspiciado por la FIFA como campeona universal, al derrotar por 5-3 a un conjunto de Tahití que no pudo culminar su sueño.
No malogró su gran oportunidad el cuadro luso, la de jugar en casa la gran final y más ante un equipo sorprendente pero que no tiene el potencial de Rusia, la campeona de las dos ediciones precedentes, o de Brasil, la anterior dominadora de este deporte.
Portugal encarriló la victoria a los tres segundos de partido gracias a su gran estrella, Madjer. Los oceánicos, cuartos en el anterior Mundial que organizaron hace dos años, fueron por lo tanto siempre a remolque.
Y más cuando Belchior (m.7) y Coimbra (m.17) situaron el 3-0 en el marcador, aunque los locales no pudieron respirar del todo tranquilos porque los tahitianos demostraron que nunca se rinden.
Apretaron de nuevo la final con dos rápidas dianas de Labaste (m.17) y Li Fun Kuee (m.19), y tampoco se hundieron tras un magnífico tanto de Bruno Novo (m.21) porque el propio Li Fun Kuee (m.25) volvió a responder.
Los nervios atenazaron a ambos equipos, a los locales por no dejar escapar el triunfo y a los tahitianos por las prisas de buscar la igualada.
Pero una rápida acción a la contra, culminada por una efectiva vaselina de Alan (m.36), significó el definitivo 5-3 que encumbró a Portugal y sepultó el sueño de una gran Tahití.
Previamente, Rusia se adjudicó el bronce al derrotar por 5-2 a Italia.