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Mare Dibaba da a Etiopía el primer oro en el maratón femenino

Mare Dibaba, de 25 años, líder del ránking mundial del año en el maratón, prolongó su trayectoria victoriosa en China y, con un ataque en el mismo túnel del estadio, dio a Etiopía el primer título mundial en categoría femenina después de sostener una cerrada pugna con cuatro atletas nacidas en Kenia.Sin parentesco con las otras Dibaba del equipo, Mare se impuso con un tiempo de 2h27:35. Un segundo después llegó la keniana Helah Kiprop, y la bahrainí Eunice Kirwa, nacida en Kenia y nacionalizada en 2013, se llevó la medalla de bronce, a cuatro segundos, en la llegada más apretada en la historia de los Mundiales.
La jornada de clausura amaneció con cielo cubierto, 21 grados a las 7.35 de la mañana, hora en que partió la carrera, y un 88 por ciento de humedad.
De los tres medallistas anteriores, en la salida sólo estaba la campeona, Edna Kiplagat, que soñaba con lograr su tercer título consecutivo. Se presentaba con 35 años y un decepcionante undécimo puesto en el maratón de Londres, aunque desde abril había ido afinando en carreras de 10 kilómetros hasta dejar su marca en 31:57.
Una nueva victoria convertiría a Kiplagat en la única persona (hombre o mujer) que ganaba tres títulos mundiales de maratón, pero no tuvo fuerzas para seguir a las mejores al final.
Con 2h19:50, Kiplagat partía con la mejor marca personal entre las 65 participantes, seguida de Mare Dibaba, que en enero ganó aquí en China por segunda vez el maratón de Xiamen en 2h19:52 y fue segunda en Boston. Ningunamás había bajado de 2h20.
Eunice Kirwa, una de las kenianas reclutadas por Bahréin, también buscaba el podio en calidad de campeona de Asia y después de haber ganado sus siete últimas carreras, cuatro de ellas en suelo asiático. A primeros de año batió su récord en Nagoya con 2h22:08.
Los cinco primeros kilómetros discurrieron para las de cabeza a un ritmo de 3:34 (17:51 minutos), con las tres japonesas al frente de un grupo de dieciséis.
El tono rojizo fosforito del uniforme japonés -Mai Ito, Sairi Maeda, Risa Shigetomo- seguía brillando en cabeza por el décimo kilómetro, que pasaron en 35:32, por el 15 (53:21), por el 20 (1h11:19). Cubrieron el medio maratón en 1h15:16. Nadie se movía en el grupo delantero, que admitía gente por detrás y ya eran 18.
Shigetomo, la más alta de las japonesas, metió una marcha más a partir del km 23 y descompuso la formación delantera, reducida ya a una docena. Las niponas se habían quedado solas con la norcoreana Hye-Song Kim, Eunce Kirwa, tres etíopes, tres kenianas y la estadounidense Serena Burla.
Hasta el trigésimo kilómetro, las africanas sólo se habían dejado ver en cabeza para recoger sus bebidas en los avituallamientos.
Cumplidas las dos horas de carrera, las africanas resolvieron que había llegado el momento. Cuatro kenianas de origen (incluida la bahrainí Kirwa) y las etíopes Dibaba y Tigist Tufa iban a jugarse las medallas en los últimos siete kilómetros, ya en el parque olímpico, con el estadio a la vista.
Al ritmo que marcaba Kirwa, Tufa, ganadora del maratón de Londres en abril pasado, fue la primera en ceder. Las otras cinco llegaron juntas al km 39, donde Kiplagat dijo adiós al sueño de coronarse por tercera vez.
Dibaba atacó al penetrar en el túnel y antes de irrumpir en pista había seleccionado a las medallistas. En la breve recta final resultó imbatible. Con una marca de 2h27:35 batió por un segundo a la keniana Helah Kiprop y la bahrainí fue tercera, a 4 segundos. La campeona anterior llegó quinta, 43 segundos después.

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