El papel de la mujer en el deporte sigue siendo menor que la participación del hombre. Una situación que viene dada de la mano de las incontables barreras que el sexo femenino ha tenido que superar no solo en el ámbito deportivo, también en el cultural, político y social a lo largo de toda su historia.
La integración de la mujer en el deporte ha sido tardía, como en el resto de ámbitos, en los que ha tenido que luchar y superar las barreras creadas por estereotipos sociales y culturales de una sociedad machista, donde las mujeres han sido consideras inferiores al sexo masculino. En el deporte, esas inferioridad ha tratado de ser justificada desde las llamadas deficiencias biológicas en comparación con los hombres o con el hecho de la masculinización de su cuerpo con la práctica del deporte, con lo que desvalora el canon de belleza femenino actual.
Por eso, en un día como hoy queremos echar la vista atrás en la larga batalla de las mujeres para conseguir su hueco en un mundo como el deporte. Un deporte en el principio fue ideado para el sexo masculino como desarrollo de sus capacidades físicas. De hecho, en la antigua Olimpia, la participación de la mujeres estaba totalmente excluida tanto como deportistas como espectadoras. La pena para una mujer casada que observase a los atletas en acción era la muerte. La ley castigaba a toda mujer que la infringiera lanzándola desde el monte Tipeo, un lugar escarpado cercano a la ciudad de Atenas. La única mujer a la que se le permitía la entrada era la gran sacerdotisa de Demeter.
Ya en el inicio de los nuevos Juegos Olímpicos, el barón Pierre de Coubertain, el creador de esta nueva etapa, fue el gran detractor de la participación de las mujeres en ellos. Creía que la presencia de la mujer debía ser como espectadora, debía estar para mirar, aplaudir y coronar a los ganadores en lugar de intervenir.
A pesar de su gran resistencia, en 1900, en su segunda edición en París participaron 22 mujeres de un total de 997 deportistas en tenis, croquet y golf. La tenista Charlotte Cooper se convirtió en la primera campeona olímpica. Junto a ella, las pioneras fueron las francesas Filleaul Brohy y Marie Ohnier, que lo hicieron en el deporte de croquet. A partir de ahí, la introducción de las mujeres en cada disciplina ha sido dilatada en el tiempo.
La remera Alice Miliat, abanderada del deporte femenino, se convierte en la primera mujer en obtener el diploma que hasta la fecha correspondía a los remeros de larga distancia. En 1917 Alice Melliat funda la Federación de Sociedades Femeninas de Francia (FFSF) y más tarde en 1921, ante la negativa de poder participar en las pruebas de atletismo, decide crear los primeros Juegos Olímpicos Femeninos en 1922.
Fue en Amsterdam 1928 cuando realmente se abrió las puertas a la participación de las mujeres, 277 frente a los 2606 hombres. También fue la primera edición donde se les permitió participar en las pruebas de atletismo. Desde aquel entonces, la historia de la mujer y el deporte ha supuesto una continúa lucha por igualdad.
Tras la II Guerra Mundial la participación de las mujeres en los Juego Olímpicos comenzó a crecer considerablemente. Las mujeres eran contempladas como un elemento más para la competencia entre bloques. Lo importante en aquella época era tener la hegemonía, también en el medallero olímpico. Por ello, los gobiernos socialistas desarrollaron una política que promovía la participación y la competitividad femenina ya que lo importante era ganar medallas. Da igual que fuera hombre o mujer.
En los Juegos Olímpicos de México 1968 se cumplió otro gran hito dentro del deporte femenino. Enriqueta Basilio se convirtió en la primera mujer que portó la antorcha olímpica y encendió el pebetero.
En 2008 había tres países que no habían enviado nunca una mujer a competir en los Juegos Olímpicos: Brunei, Catar y Arabia Saudí. Fue en Londres 2012 cuando por primera vez en la historia todos los miembros del Comité Olímpico Internacional tuvieron representación femenina en unos Juegos Olímpicos.
A lo largo de todos estos años de entrega, lucha y sacrificio, la mujeres han llegado a una casi igualdad en el ámbito del deporte. Precisamente en los Juegos Olímpicos de Londres, las mujeres alcanzaron un 44% de participación de un total de 10.929. En los últimos casi 30 años es cuando más ha crecido la participación femenina, más de un 20%. El mismo tanto por ciento en los primeros ochenta años.