La ecuatoriana Daniela Sandoval pensó que despertaba de un sueño cuando el pasado enero conquistó la cima del Aconcagua en un tiempo de 20 horas y 17 minutos, récord en la historia del montañismo femenino, hazaña que realizó tras 15 años de duros entrenamientos y con la que batió por más de dos horas y media la anterior marca en escalada rápida.Ubicado en la provincia argentina de Mendoza y con 6.962 metros de altitud, el Aconcagua es la montaña más alta del continente americano. Entre las cumbres de todo el planeta, solo la supera en altura el sistema montañoso del Himalaya.
"Pensé que era un sueño. En un momento desperté y dije, 'estoy en el punto más alto de América', y las lágrimas recorrían mi rostro", comenta Sandoval en una entrevista con Efe al recordar su éxito.
Esta atleta de 27 años preparó específicamente el ascenso a la cumbre argentina durante alrededor de un año y lo consiguió en un tiempo que destrozó el anterior récord en poder de la brasileña Fernanda Maciel, que en febrero de 2016 hizo el ascenso sin paradas en 22 horas y 52 minutos.
Para la escaladora ecuatoriana, la menor de tres hermanos, el montañismo no es un deporte ajeno, sino que creció en una familia de padres andinistas y desde pequeña estuvo vinculada a la montaña.
"A los 12 años empecé a correr, sin un entrenamiento profesional ni conocimiento. Más eran las ganas de sentir el aire en el rostro", rememora con nostalgia.
La primera competencia en la que se inscribió fue 'La Ruta de las Iglesias 10k', una carrera urbana por las principales iglesias de Quito no exenta de cuestas, pero después decidió probar la que sería su primera carrera de montaña, la 'ILALO Marathon Bike&Trail', en la provincia de Pichincha, con un recorrido de 20 kilómetros.
"Estaba acalambrada desde el kilómetro 15, las piernas me dolían, pero los paisajes eran increíbles. Crucé charcos, ríos, y fue ahí donde sentí que podía estar en contacto con la montaña y olvidarme del dolor viendo cosas hermosas", comenta sobre esa experiencia.
Sandoval llegó en último lugar, pero su participación le dio mucha ganas de comenzar la preparación de manera profesional.
Desde entonces no ha parado de correr, siempre en busca de "sensaciones increíbles" que dice haber encontrado en las cumbres más altas.
"Se siente felicidad, son momentos inexplicables. Te das cuenta de que, después de haber sentido que nunca ibas a llegar, lo lograste. Nada es imposible si uno lo intenta una y otra vez, a pesar de haber caído", afirma.
Aunque el atletismo y el ciclismo son sus pasiones, esta deportista por afición también es fisioterapeuta y cuando acudía a la universidad compaginaba las clases con los entrenamientos y el trabajo, lo que le permitió comprarse su primera bicicleta.
Pero su verdadera disciplina es el ascenso a toda velocidad en la montaña.
Hace dos años participó en La Misión Race de 80 km, en Argentina, donde fue primera.
"Fui con la ilusión de completar los ochenta, no pensaba que iba a ganar, pero lo hice, terminé primera de la general de mujeres. En ese momento me di cuenta de que era capaz de lograr más cosas", afirma.
Entre sus logros también se cuentan los 80 km del Petzl Trail Plus, un evento de Trail Running (carrera de montaña) en Ecuador que se desarrolla en Baños, en la provincia de Tungurahua, así como el Ultra Torres del Paine, en Chile.
Su rutina implica madrugar para entrenar un promedio de dos a tres horas entre semana, que se convierten en siete horas los fines de semana en la montaña.
Esta apasionada de las cimas más altas se pone como meta soñar: "Me gusta bastante, me imagino cosas y digo allá quiero ir. He tenido miedos pero el hecho de soñar me ha dado la posibilidad de intentarlo".
Un deporte que considera su refugio y origen de muchas soluciones a los problemas cotidianos y que le lleva a plantearse nuevas metas como la de conquistar el nevado Cotopaxi, el segundo volcán más alto de Ecuador, con 5.897 metros de altitud.