Ana Martínez
Santiago de Compostela, 18 oct .- ¿Se puede ser cinco veces campeona de España, obtener el pasaporte para los Juegos Olímpicos de Sídney, convertirse en la primera española en alcanzar ese objetivo, y reciclarse en la política una vez se dejan las pistas?
Parece que sí en el caso de la jabalinista Marta Míguez, que adoraba competir, y, ahora, explica en una entrevista con Efe cómo gestiona todas las prácticas deportivas desde una oficina en la Xunta, donde asume una secretaría general específica en la que, como cuando era atleta en ejercicio, más que sueños, maneja "objetivos".
Uno de ellos es el ambicioso programa "DGAN", centrado en el Alto Nivel, puesto que su propia experiencia cuando tuvo que abandonar el deporte de alta competición le permitió ver que el paso al mercado laboral no era fácil, razón por la que siente "muy profundamente" la necesidad de hacer todo lo posible para lograr un tránsito sencillo.
Por ello, este programa procura la consecución de tal propósito de manera suave, pero trabajando previamente en la compensación de las dificultades que el ejercicio de cualquier disciplina de elevado rendimiento causa en la formación y en la integración laboral de sus propios deportistas.
Marta Míguez, nacida en una aldea de la provincia de Ourense, en Louredo, no solamente está volcada con este asunto, pese a que haya "muy buena materia prima", porque "queremos también presumir de que cada niño tenga la oportunidad de hacer deporte como parte de su vida, por salud, un objetivo que no es menor; si con el tiempo algunos alcanzan un Campeonato de España o de Europa, mucho mejor, pero por lo menos si nos centramos en tener una sociedad cada vez más saludable, pues es muy importante".
Por eso, esta mujer a la que de niña todos los juegos se le daban bien, ha ideado "Xogade", jugad en su traducción al castellano, algo que ella misma no ha dejado de hacer pese a su agenda maratoniana y a contar más años, aunque ya sin presiones, por eso si en sus descansos quiere bailar, allá va, al igual que saltar, salir en bicicleta o simplemente tirarse por el suelo y dar vueltas, tal y como ella misma confiesa.
Cuando era una adolescente, sintió y peleó por ser, de todas las lanzadoras de jabalina, la mejor. Lo saben bien Raimundo Fernández, alias Rai, su entrenador, y Julián Sotelo, atleta como ella, y su marido, con el que ha tenido tres hijos, Lucía de 13 años, Inés de 12 y Martín de 10, todos ellos jugadores de baloncesto.
En su infancia soñaba Marta, sin embargo, con ser veterinaria y estaba volcada en el balonmano, pero todo cambió cuando aquella pequeña empezó a ver que toda la gente paraba a su hermana María Asunción, más conocida como Nuncha, trece meses mayor, por lo bien que se le daba el atletismo y, fue "un poco feo", pero sintió envidia sana, la cual sitúa en el origen de su vocación, "podía ser por otros valores bonitos, sobre todo cuando ella fue mi gran fan, la que más me anima... pero no".
Cinco oros, dos medallas de bronce, otras tantas de plata... Son los trofeos que su madre atesora en la casa familiar y, con ironía, le comentaba que iban a "reventar los cajones". Con ese sarcasmo y grandes dosis de ingenuidad, la progenitora de Marta entendió que su hija debía ser alguien importante, o haber hecho algo bien, cuando el cura del pueblo pidió un aplauso para ella porque su momento magistral en el Campeonato de España de 2000, con un récord de 59,02, le otorgó el pasaporte para Sídney.
Su padre le daba palmadas en la espalda, gesto con el que quería decirle que lo había hecho muy bien.
El título gallego lo conquistó en siete ocasiones, la primera en 1993 y la última en 2009, pese a haber salido de la alta competición en el año 2003, pero en la actualidad no lo ostenta, desde fechas muy recientes, apenas dos meses, aunque esto no hace que se sienta "especialmente mal", sonríe, porque "los récords están para batirse, estamos para promocionar que eso pase".
Y si puede ser hoy, mejor que mañana, la misma máxima que aplica al desempeño de su tarea profesional, desvela esta deportista con una agenda viajera que revienta por las costuras, que gozaba al vestir el chándal de España y que aconseja tener siempre alicientes.
Para prueba, su propia historia, porque si bien todo el mundo la asocia a Sídney, este es uno de sus grandes recuerdos, pero "hay otras cosas que son pequeñas para mí, y que en su momento fueron claves", como el primer campeonato júnior en el que se hizo con el triunfo, ya que "es motivación para lo siguiente, otro peldaño más".
Y, al hilo de este apunte, hace hincapié en que hay que proteger y amparar al deportista de alto nivel, "necesitamos tener ese espejo que lleva a que cuando alguien se decida esté protegido, que existan unas condiciones especiales... formación en el ámbito académico y deportivo, dual, que lo podamos favorecer".
En su caso hizo INEF en Bastiagueiro (A Coruña)y era muy metódica en sus estudios y en ir progresando, en el deporte, cada temporada.
Campeona de España absoluta por vez primera en 1998, Marta Míguez, que ha cambiado las pistas por la moqueta, aunque poco, porque vive en la carretera, solo tiene un único modo de proceder, válido para cualquier terreno: "Sin esfuerzo, constancia y dedicación total, no hay nada".
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