Andrés Felipe Torres
Bogotá, 28 may .- El trabajo de la colombiana Angie Orjuela es correr.
Lo hace tan bien que a sus 30 años, cumplidos el 9 de mayo pasado, tiene membresía en la elite del atletismo latinoamericano.
Y si se le pide mirar al futuro, cree tener cuerda para disputar dos ediciones más de los Juegos Olímpicos.
Pero no por mucho correr le amanece más temprano a esta especialista de 10.000 metros, medio maratón y maratón.
La historia de las pruebas de largo aliento tendrá que abrir un apartado a Angie Orjuela y su marido Andrés Camargo, experto en 3.000 metros obstáculos, pues esperaban ser padres tras su participación en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Los cálculos y la preparación fallaron, y no por segundos o minutos.
"Se nos adelantó tres años", relató Orjuela a Efe al hablar del motivo que ha cambiado su vida: Shalane, bautizada así en honor a la estadounidense Shalane Flanagan, medalla de plata en los 10.000 metros de los Juegos de Pekín 2008 y ganadora del Maratón de Nueva York en 2017.
Su experiencia personal indica que la llegada de los hijos no siempre es planificada, aunque luego trae efectos colaterales, a veces difíciles de contrarrestar, como la atención que demanda la crianza y, muchas veces, el alejamiento de los patrocinadores.
"Mi trabajo es correr y tengo entrenamientos muy fuertes. A veces siento que en la edad que está mi hija no tengo la energía para ser la madre que quisiera ser", dijo la colombiana, que se prepara para el maratón de los Juegos Panamericanos de Lima.
"Como atleta de élite, uno tiene hijos porque se le cuelan. De lo contrario, uno se queda aplazando ese momento", admitió.
Pese a que la maternidad "no fue planeada pero sí muy, muy deseada", Orjuela considera que llegó en el momento perfecto de su vida.
Pero muchas colegas han corrido con otra suerte.
Atletas que han decidido ser madres han perdido después el patrocinio de las empresas privadas, como lo denunció la estadounidense Alysia Montaño el 12 de mayo en The New York Times.
Montaño, especialista en la prueba de 800 metros, en la que ganó bronce mundial en 2013, acusó a Nike de reducir durante el embarazo el sueldo de las atletas mujeres que apoyaba.
Orjuela teme lo mismo si decidiera buscar otro hijo.
"A veces me preguntan que si me animo para el segundo bebé. Y yo quisiera, pero sé que se me irían algunos apoyos. O no podría correr durante un año. Siento que estoy posponiendo el momento de tener otro hijo", reconoció.
"A mi me evalúan por correr. Si hago un paro para tener un hijo, obviamente no voy a tener ese apoyo porque no estoy corriendo", afirmó.
"Además de los apoyos es necesario que haya más mujeres en el atletismo. Yo fui a muchas carreras donde nos decían que si no se cumplía el número mínimo de participantes no corríamos", dijo al evocar sus experiencias en las diferentes categorías de formación.
Polémicas aparte, Angie Orjuela considera que su hija le ha aportado más a su carrera que aquello que le significó hacer una pausa para dedicarse a la maternidad.
"Yo siento que desde que llegó mi hija mi rendimiento mejoró. Y no pienso tanto en lo físico, siento que fue más lo que da un hijo, esa fuerza de voluntad, esa fuerza de llegar más lejos, esa fuerza de ser su ejemplo, de no decaer, de que no me vea derrotada. De enseñarle todo", dijo.
"Me dedico a correr porque tengo la tranquilidad, la estabilidad para ser mamá. Puedo estar dedicada al entrenamiento y también a mi hija", expresó la maratonista.
De su hija Shalane espera que viva en el mundillo del atletismo.
"Está creciendo rodeada de este maravilloso deporte, yo quisiera que alguna vez se animara a hacerlo", manifestó la ganadora de cuatro ediciones de la Allianz 15K, una de las pruebas de medio fondo más tradicionales de Bogotá y a la que volverá este domingo como parte de su preparación para los Panamericanos.
El mejor registro de Orejuela es 2 horas y 34 minutos. Su marca meta para clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 es de 2h32 o incluso de 2h30.
Además de su esposo, los hermanos de Angie también son atletas de elite. El apoyo de sus padres, según dijo, fue fundamental.
"En Colombia el problema de ser un atleta profesional es la falta de los apoyos por parte de las empresas privadas o públicas. Aunque el primer apoyo debe venir desde la casa", dijo la fondista, quien dirige en Bogotá su propio club de atletismo.