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Claudio Castilla, de las botas de goma al reconocimiento internacional

José Miguel Pascual Labrador

Róterdam (Holanda), 24 ago .- El español Claudio Castilla es uno de los jinetes más en forma del panorama internacional, su ránking establece que es el número 69 pero la realidad es que torneo tras torneo está entre los veinticinco mejores.

En una entrevista concedida hoy a Efe, durante la disputa de los Campeonatos Ecuestres de Europa en Róterdam (Países Bajos), el jerezano reconoció que sus inicios fueron humildes y que su motivación es "competir contra sí mismo para ser mejor con cada oportunidad".

En la ciudad holandesa, Castilla participará junto a su equino "Alcaide" en la última ronda del Gran Premio Libre, conocido como "kur", después de terminar decimosexto en la final individual.

Este rendimiento le permitirá competir en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, sumado a su vigésimo cuarto puesto mundial en Tryon (Estados Unidos) el año pasado.

Será la segunda participación olímpica para este deportista de 36 años, tras Río de Janeiro 2016, y para él "es una maravilla desde el momento en el que te dicen que estás dentro".

"Siempre tengo un cosquilleo cuando vas a competir, pero en un torneo así es una sensación diferente", explicó.

Castilla no proviene de una familia con tradición en este mundo, pero su "obsesión" por montar a caballo hizo que su madre consiguiera apuntarle con cinco años en una escuela de su ciudad natal, Jerez de la Frontera.

Durante su adolescencia alternaba la arena de la pista con los campos de fútbol, pero cuando tuvo que elegir, no dudó, los caballos eran su pasión y aunque comenzó en la disciplina de salto, a los 10 años se pasó a la doma clásica.

"Mis padres haciendo un esfuerzo compraron un caballo pero le hacía falta doma. El caballo desgraciadamente por un lado y afortunadamente por otro no servía para salto, así que buscamos un jinete para que lo domara un poco más y ahí me enganché yo a la doma", narró el atleta.

Su historia está llena de perseverancia y de como él dice "buscar la suerte con trabajo".

El primer año que intentó entrar la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre no fue admitido, tuvo que esperar al curso siguiente y según Castilla mereció la pena, pues, casualidades de la vida, allí encontró a su mujer Isabel, quien le acompaña en cada torneo.

Una vez terminó la escuela, saltó a Madrid, donde se encontró con Jan Bemelmans, entrenador del equipo español de doma durante mucho tiempo.

Después de entrenamiento al más alto nivel, ganó un campeonato nacional y comenzó su carrera internacional.

El jerezano cuenta como, pese a la creencia de que la hípica es un deporte para gente de alto nivel adquisitivo, pasó de comprarse sus primeras botas de goma para montar a representar a España por todo el mundo.

Para él, cualquier los inicios en cualquier sector pueden ser complicados pero con "humildad para aprender, los pies en la tierra y apreciando los momentos que nos da la vida", se pueden obtener los resultados deseados.

Claudio Castilla es uno de esos jinetes que pocas veces pierde la sonrisa sobre el caballo, un gesto que le conecta con el público durante sus rutinas y que, según su opinión, "también debería ser algo a valorar por parte de los jueces para la nota".

La Federación Ecuestre Internacional (FEI) está inmersa en un proceso para atraer más seguidores a la hípica y para Castilla, una de las soluciones puede ser perder "rigidez" y ser más expresivos en los ejercicios.

"El trabajo diario es muy estricto para todos, para los caballos, los veterinarios, los mozos. Así que cuando estás en competición me gusta transmitir un poco más de alegría, es el momento de disfrutar todo el esfuerzo", concluyó.

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